Desmontar las miradas


Charles Cullard
Traducción de Alejandro Olivos
Originalmente en: Edición Especial del Boletín de las Jornadas 46 de la Escuela de la Causa Feudiana de Paris: El autismo y la mirada

El encuentro con el autista puede hacernos sentir en qué medida la cuestión de la mirada es central. Aquellos para quienes este encuentro no ha tenido lugar aún podrán apreciar lo que adviene para el sujeto cuando el ojo se presenta como “real puro”. Ya sea tratándose de la especificidad del objeto mirada para este sujeto o del punto desde el cual el autista es mirado, la cuestión merece una atención particular. Este número especial se propone establecer una cartografía rigurosa, basada en la articulación de dos ejes: clínico y político.
Las contribuciones clínicas nos enseñan acerca de la manera singular e inventiva en la que estos sujetos, con el apoyo de sus padres y sus partenaires, encuentran modos de tratamiento originales del real al que se ven confrontados. Cortocircuitar la mirada a través de los objetos, desubstancializarla y luego circunscribirla, con el fin de volverla soportable por los artificios del significante, he ahí el trayecto singular y complejo del cual dan testimonio, cada uno a su manera, Mario, Yuri, Owen Suskind, Georges, Jacob Barnett y Gulina Gerland. Estas soluciones, precarias para algunos, posibilitan para otros una inscripción perenne en el lazo social, de tal modo que, más que volver la mirada “inofensiva” en cuanto a su dimensión de goce, la transforman en un saber extraordinario.
La rúbrica política de este número especial nos brinda un panorama circunstanciado de lo que Éric Laurent ha llamado La batalla del autismo.[1] Los textos acentúan la brecha entre los efectos de las declaraciones del gobierno y la realidad de terreno. La mirada cientista y gestionaria de las tutelas y de sus burocracias sanitarias predomina por sobre los piadosos anhelos de “apaciguamiento” y de “reunión”, a favor de una transparencia absoluta y de una Novlangue [Newspeak de George Orwell en “1984”] que la sostiene. Esta mirada experta excluye de su campo de visión la Varité[2] necesaria de los discursos: la del saber no-programático de las asociaciones de padres, así como la de los estudios esclarecedores de la socióloga Brigitte Chamak sobre los diagnósticos y la manera en que los sujetos se los apropian.
He aquí, pues, un número especial que orientará nuestra práctica y nuestras miradas hacia las Jornadas de este otoño.
[1] Laurent, Eric. La bataille de l'autisme. De la clinique a la politique ; Edition Navarin, Champ Freudien, Paris, 2012.
[2] Miller, J-A, L'orientation lacanienne III, "Tout le monde est fou", Cours de 2008.


Sucede en Chile: Aprobado por unanimidad en el Senado Proyecto de Ley que reconoce el 2 de abril como dia de la concienciación del Autismo.

El combate continúa

Maryse Roy
Traducción de Alejandro Olivos
Originalmente en: Edición Especial del Boletín de las Jornadas 46 de la Escuela de la Causa Feudiana de Paris: El autismo y la mirada

Con ocasión de la Conferencia Nacional del Hándicap del 20 de mayo, François Hollande anunciaba que el Cuarto plan autismo sería el plan del apaciguamiento y la reunión. No obstante, no dejó de renovar su confianza en los ministros, especialmente en S. Neuville, secretaria de estado para el hándicap, quien no ha cesado de presionar a las instituciones instándolas a aplicar las recomendaciones de la HAS (Haute Autorité de Santé). 
Ello sin hacer referencia a las asociaciones de padres, las cuales se habían pronunciado para defender el respeto del pluralismo y la libertad de elección de las familias en lo que respecta al acompañamiento de sus hijos. Estas asociaciones, agrupadas en la manifestación por un abordaje de los autismos humanista y plural, se habían movilizado para hacer un llamado al Presidente de la República. Los padres denunciaban la dominación de los lobbies en el mundo del autismo y la parcialidad con la que los ministros de tutela imponen el método ABA, excluyendo todo enfoque diferente. 
El llamado no careció de repercusiones. En su conferencia, François Hollande anunciaba el apaciguamiento y declaraba: “debemos adoptar todas las respuestas mejor adaptadas sin prejuicios, sin la voluntad de imponer una solución por sobre las otras”. He aquí un nuevo apoyo para los padres quienes no han recibido, aún, una respuesta a su petición de integrar el Comité de seguimiento del autismo.
Sin embargo, al mismo tiempo que pronunciaba estas palabras de apaciguamiento, François Hollande no dejó de subrayar que se trata de tomar en consideración el avance de los conocimientos, así como la evaluación de las intervenciones. Ahora bien, cuando la evaluación pone de manifiesto la insuficiencia de los resultados, considerando los costos cuatro veces superiores a los gastos de los establecimientos tradicionales, los poderes públicos no lo toman en consideración y continúan promoviendo los métodos empleados en estos centros y recomendados por la HAS.
En efecto, la voluntad de imponer dichas recomendaciones se consolida cada vez más, y es precisamente lo que S. Neuville anunciaba en su discurso en el Senado unos pocos días después de la conferencia de François Hollande. Olvidado el apaciguamiento, olvidada la necesidad de no imponer una solución por sobre las demás, S. Neuville reafirma, más que nunca, su voluntad de imponer “las buenas prácticas de la HAS sobre la base de los avances de los conocimientos”. Así, pone el acento en el acceso al diagnóstico y “reflexiona acerca de los medios para homogeneizar las prácticas”. Varios llamados a licitación han sido publicados ya para crear equipos de diagnóstico de proximidad articulados a la labor de los Centres Ressource Autisme. Los llamados a licitación mencionan la obligación, para dichos equipos, de aplicar las recomendaciones de la HAS, es decir las herramientas experimentadas en los países anglosajones. El diagnóstico se ve entonces reducido a un trámite evaluativo con una entrevista estructurada por métodos de observación susceptibles de notación. Así se perfila una nueva cartografía con centros expertos cortocircuitando los dispositivos de salud que no han cumplido con los requisitos de la HAS.
Para los padres y profesionales el combate continúa para defender las libertades fundamentales amenazadas por una “burocracia sanitaria”.

Variedad de efectos del diagnóstico

Charles Cullard
Traducción de Alejandro Olivos
Originalmente en: Edición Especial del Boletín de las Jornadas 46 de la Escuela de la Causa Feudiana de Paris: El autismo y la mirada

El autismo, visto por la socióloga Brigitte Chamak, investigadora del CNRS, nos brinda una perspectiva original para entender el modo en que se ha anudado sintomáticamente esta cuestión en el espacio europeo y anglosajón. Su estudio[1], basado en entrevistas con más de 200 familias, pone de manifiesto que la cuestión del autismo es heredera del contexto cultural en el que se despliega y la manera en que se articulan, en el espacio público, las posiciones de los diversos actores: usuarios, padres de usuarios, profesionales y Estado.

Del lado anglosajón, Brigitte Chamak subraya el rol determinante de los autistas, quienes por su testimonio (Donna Williams, Temple Grandin), posicionamiento y construcción de redes y asociaciones (Jim Sinclair, Ketty Grant) van a fomentar el nacimiento de una identidad autística, en tanto “manera de ser”, acentuando la imposible separación del autismo y de la persona. En la línea de la tradición anglosajona de las minorías (movimiento negro, gay, LGBT, feminista, queer, etc.), el movimiento autístico busca substituir, a la construcción social dominante de un autismo referido al hándicap y a la deficiencia, una estigmatización positiva que produce un discurso de tipo culturalista y funda una identidad propia y singular de “aspie” y “auti”. A tal punto que los no-autistas son llamados “neurotípicos”, y Muskie[2] se divierte repertoriando sus síntomas en el DSM-IV. A partir del año 2005, los autistas tienen su Autist Pride Day! Este modo de abordaje ha sido promovido por la presencia de la corriente norteamericana de los Disability Studies, la cual, por otro lado, está ausente del contexto universitario europeo.

Autismo y clínica de la mirada

Myriam Perrin
Traducción de Ana Victoria Saldarriaga
Originalmente en: Edición Especial del Boletín de las Jornadas 46 de la Escuela de la Causa Feudiana de Paris: El autismo y la mirada


Es una constante clínica que los sujetos autistas “no miran a los ojos”. Los testimonios de sus padres son aun más precisos y nos enseñan que a menudo, desde antes de salir de la clínica, recién nacidos, “ellos no los miraban”. Más aun, les es difícil soportar la presencia de la mirada de aquel que la busca, ese objeto testigo de lo insoportable del deseo del Otro. Pero sucede también  que esos sujetos intentan penetrar hasta el fondo del iris de ustedes, como para mirar detrás del ojo sin verlos. Así, los autistas nos dicen que hay para quien mirar y ser mirado no es algo evidente. Más aun, Donna Williams en su primer libro autobiográfico cuenta que, antes de su defensa, ella tenía “la impresión de ser sorda, muda y ciega”[1] . Es la pulsión misma que parece faltar, estar fuera del circuito. En efecto, fuera de la conexión libidinal, los sujetos autistas testimonian tener las más grandes dificultades a sentirse vivos y no ponen los objetos pulsionales en el intercambio. Si el rechazo a involucrar la mirada es permanente, nosotros interrogaremos las consecuencias clínicas de ese rechazo, que puede ir hasta no poder ver.
Sin embargo, no es raro constatar que los autistas fijan los objetos del mundo: las luces o los rayos del sol como Jake Barnett, los filamentos de polvo como Donna Williams o su imagen en el espejo, la televisión como las películas de Disney por Owen Suskind, los objetos que ellos quieren particularmente como las castañas  para Daniel Tammet, las vacas para Temple Grandin, Ben el Gato para Georges Romp, una radio, la lavadora, un autogiro, las burbujas de un acuario, las ruedas de los carritos, un pedazo de lana o un palo que se agita delante de los ojos, etc, etc.
Entonces, cuando el autista dirige su ojo sobre esos objetos, ¿qué puede uno decir? ¿El sujeto autista puede, al hilo de su construcción, comprometer la mirada? ¿Cómo se opera la pérdida de su sustancia, así como para todos los otros objetos a? Es por una imaginarización de la pérdida que el sujeto autista podrá lograrlo, a falta de una incorporación bajo la cadena significante. Es lo que intentaremos leer a partir de los testimonios de los autistas y de sus padres en la rúbrica Auto-vistas (Auto-vues): Autismo y clínica de la mirada a partir de la literatura.

Ojos inofensivos

Jean-Claude Meleval
Traducción de Eréndida Molina Espinosa
Originalmente en: Edición Especial del Boletín de las Jornadas 46 de la Escuela de la Causa Feudiana de Paris: El autismo y la mirada


Soportes privilegiados de la voz y la mirada, los personajes de dibujos animados y los animales  captan fácilmente a los niños autistas sin causarles angustia. No ponen al otro a prueba, no son exigentes en las expectativas de un regreso del otro, no cuentan con la voz del niño y su mirada no es curiosa. Cuando son elegidos como compañeros, el autista no se siente en peligro, no huye de su mirada. Más aún, éstos le dan una voz  y el poder de hablar. 
Owen Suskind no es la única autista que tomó caracteres de dibujos animados. Los educadores también los utilizan para provocar el habla a través del  intercambio con maniquís. El primer compañero con el que Dale Gardner logró establecer una relación,  era un cachorro. "Cuando Henry [el cachorro] sacó el juguete para él, Dale no dejó de mirarlo y se dejó ver sin siquiera darse cuenta. También hay que destacar que no tenía miedo de ponerse frente a la mirada del perrito inofensivo, incluso  cuando se dirigía a él... " [1] . Del mismo modo, cuando George Romp, otro niño autista, entró a la oficina veterinaria, "El gato se le quedó mirando, George miró a su vez el ojo del animal, algo que nunca había hecho. No podía soportar la mirada de otro por más de una fracción de segundo y sólo con cierre... " [2]  Sin embargo, en ambos casos, el lazo afectivo que establecieron permitió un movimiento y el desarrollo de un idioma, de una lengua con el mismo proceso  y  participación,  el de rellenar y darle voz a los animales. Fue el propio Georges que inventó el "hablar-gato" por el cual se podría abrir una ventana al mundo, diciendo "cosas que nunca había podido expresar" [3] . Suskind fue capaz de ponerse en contacto con su hijo a través del "loro-hablar",  imitando a uno de los personajes favoritos del niño en las películas de Walt Disney, Iago, el loro Aladdin [4] . Cuando el padre de Dale inventó el "perro que habla", dando voz a Henry, los efectos fueron increíbles: Dale inmediatamente fue muy receptivo a los mensajes transmitidos a través de éste.

Un gato esconde otro gato

Bénédicte Turcado
Traducción de Ana Victoria Saldarriaga
Originalmente en: Edición Especial del Boletín de las Jornadas 46 de la Escuela de la Causa Feudiana de Paris: El autismo y la mirada

 «Cuando su cabeza se puso a nivel de la del gato, este último lo miró fijamente a los ojos y yo estaba segura de que Jorge iba a apartar la mirada […]. Él mira su nuevo amigo fijamente a los ojos»[1]. Desde el prólogo del testimonio escrito por la madre de Jorge, joven autista, el objeto mirada es central. El niño de 10 años en esa época, entra en relación con el gato jugando a las escondidas. Además, el gato, inválido, es clasificado de entrada del lado de «aquellos que tenían necesidad de ayuda»[2], criterio constante en la escogencia que Jorge hacía de sus compañeros [partenaires].  El gato se inscribe en una sucesión de animales que Jorge encuentra sin que ninguno haya tomado este lugar. Con el gato, el niño hace progresos tan espectaculares como rápidos.

Es después de ese juego de presencia-ausencia y de las idas-venidas cotidianas que Jorge efectuaba para buscar el gato que se ponía al abrigo en su cobertizo, cuando él lo nombra: ¡Babou! Luego, para iniciar el juego de escondidijo, él dice «¡Bouh! […] sosteniendo su mirada»[3]. Él, que de ordinario «no podía mirar la gente a los ojos»[4] y «se escondía sistemáticamente en presencia de terceros. […]! ¡Él me mira!» [5]  confía su madre. 

Juegos de sombras y de luz

Lucile Cadieu
Traducción de Alejandro Olivos
Originalmente en: Edición Especial del Boletín de las Jornadas 46 de la Escuela de la Causa Feudiana de Paris: El autismo y la mirada

Jacob Barnett, hoy en día el más joven astrofísico del mundo, fue diagnosticado autista profundo a la edad de 2 años. En L’ÉtincelleLa Chispa –, Kristine Barnett, su madre, relata cómo, desde la más tierna edad, Jake ha estado siempre apasionado por los juegos de sombras y de luz, así como por las formas geométricas. De pequeño, aprecia particularmente los motivos escoceses y pasa varias horas concentrado en fijar las líneas geométricas que los componen (único alivio, por lo demás, cuando sufre de severas otitis a repetición). Igualmente, dispone de miles de cotonetes de algodón para crear motivos muy elaborados que cubren completamente el piso de la habitación. En la cocina, pasa horas contemplando las sombras que los barrotes de las sillas proyectan sobre el suelo en función de la posición del sol.

Luego, más que una atracción, señala su madre, ello se vuelve una “obsesión”, replegándose en un aislamiento profundo durante el transcurso del segundo año: “Jake parecía perderse en algunos de sus primeros centros de interés. Había estado siempre cautivado por las sombras y la luz, así como por las formas geométricas. Pero, en adelante, su fascinación me parecía diferente, de otro orden.”[1] Si bien ya no dirigía ninguna palabra y ninguna mirada al otro, “podía pasar horas observando en silencio las sombras ondulantes sobre los muros o sobre el piso, inmóvil como una estatua.”[2]

Sostenida por su madre – quien se había vuelto partenaire a la medida para acompañar a este sujeto en un verdadero esfuerzo de construcción de un borde autístico, al sostener activamente su afinidad a pesar de la opinión contraria de los expertos –, su apetencia por la luz y las formas geométricas va ir ampliándose al estudio de las estrellas, del sistema solar y de los planetas. Así, Kristine Barnett se asegura de que Jake disponga de cuantas cartas alfabéticas desee, lo lleva a mirar las estrellas cotidianamente y lo deja desplegar hilos de lana de diferentes colores alrededor de la cocina, formando un conjunto de complejos motivos en tres dimensiones cuyas sombras, proyectadas sobre el suelo y evolucionando en función del sol, son realmente espectaculares.

Lacan y el autismo. Experiencias en la clínica institucional

Bruno de Halleux

El primer día de mi llegada a l’Antenne 110 estaba angustiado pues, conocía esta institución que estaba en el origen de la práctica entre varios, pero no tenía ninguna idea de lo que abarcaba ese sintagma “práctica entre varios”. Quería trabajar allí, insistí y tuve la suerte de ser aceptado. También estaba angustiado por la idea de trabajar cerca del director terapéutico de l’Antenne 110, un psicoanalista a quien le suponía un gran saber y una clínica con la que no me había encontrado jamás. Antonio De Ciaccia, el psicoanalista en cuestión, me recibió amablemente y me hizo visitar los lugares. Se cruzó un niño que tenía un cubilete rojo sobre la cabeza y sus brazos entrelazados detrás de la espalda, me dijo esto: “Bruno, te presento a Victor (el nombre del niño) y tengo que decirte que es un gran maestro del saber!” ¡Sorpresa! Yo pensaba que el maestro del saber sería él, el analista, y he aquí que me presentaba un niño autista como el que nos enseñaría.

Jacques Lacan dijo pocas cosas sobre el abordaje de los niños autistas. Sin embargo lo que dijo es muy valioso. Incluso si el niño es autista, Lacan afirma en su conferencia de Ginebra que el sujeto autista está en el lenguaje. Dice a quien le interroga que los autistas “articulan muchas cosas y lo que articulan, se trata justamente de saber dónde lo han oído”. Nos dijo incluso que hay “seguramente algo que decirle y que a fin de cuentas, son personajes bastante verbosos”.

El imperio del uno (Diálogo con educadores a propósito de la Educación inclusiva)

Lizbeth Ahumada

El Uno como cifra está inmerso en la historia del pensamiento. Significa el trazo de la serie, la enumeración, la contabilidad de los elementos que componen el mundo; incluido, claro está, el ser humano. Salto fundamental en el desarrollo de las ideas y de las ciencias. La filosofía se ha consagrado a su entendimiento desde hace varios milenios, en innumerables esfuerzos por encontrar en ese rasgo unitario el germen de la vida misma, el elemento básico de la existencia, del Ser. Aquí una evocación a El Parmenides de Platón. Igualmente toda política de la igualdad imperante desde tiempos clásicos se basa en esta aspiración: tratar a todos como Uno, o al menos invocar Una legislación para muchos. Así, decir todo y Uno (con mayúscula) en un sentido, es lo mismo. En cada época ha tomado formas diversas, pero al final, todo se viste de Uno. Y no es necesario forzar esta idea al plantear que, finalmente, cualquier acto de segregación tiene por detrás el rostro de aquello que no pudo cubrirse bajo el manto de la Unidad. Hay pues una aspiración, sin mayores vueltas, una tendencia “natural”, un eterno retorno de la tentación de anular lo diferente. Uno es una tentación que se inscribe en diversos escenarios que resultan la base de principios prácticos y de doctrina. Y sin ir más lejos se configura en un verdadero ethos con relación al lazo social. Uno cerrado, autoerótico y anacrónico. Si a este Uno se le adosa la idea del Ser, encontramos, en este plus, el mayor obstáculo en la apertura al Otro de la diferencia radical. Los fenómenos gregarios apuntan a significar esta idea de Ser Uno con los demás.
El psicoanálisis se interesó por ello a partir del planteamiento freudiano de la ilusión de Unidad fundamento de la matriz constitutiva del yo; es decir, el yo como formación ideal y psíquica no es otra cosa que el Uno realizado, es una instancia que se funda sobre la idea de cierre, de autenticidad, de unicidad, de propiedad. A eso lo llamó Freud, apelando al mito griego, la estructura narcisista del yo. Pues bien, es a partir de esta noción que tendremos que decir que esta inclinación está en la base de la relación, del lazo con los otros. El concepto de masa, por ejemplo, es una aplicación contundente de este pensamiento, al tratarla, con fines determinados, como un solo y mismo individuo. En este punto baste recordar el estudio de Ortega y Gasset sobre la rebelión de las masas. Freud, por su parte, habló de Psicología de las masas y análisis del yo, para enfatizar justamente esta continuidad en la idea de un Uno en lo que concierne al yo y al Todo. Es necesario señalar que con el psicoanalista Jacques Lacan la pregunta a que da lugar esta constatación de la presencia incesante de la aspiración a la Unidad: ¿De qué Uno se trata? Es una pregunta que debe ser expropiada de la la práctica analítica, para pensarla a propósito de las acciones que dan lugar a un campo razonado de práctica en virtud de la relación con otro.
De esta manera, cualquier intento por pensar acerca de lo que no queda integrado en el circuito cerrado del Uno como Ser o, aquello que conmueve la ilusión de esa “corporeidad”, necesariamente entra a contrariar la base, qué digo contrariar, a subvertir una forma de pensamiento y de imagen cuyo peso no nos pertenece, es una marca indeleble, digamos, de “origen”. Los paradigmas científicos ciertamente deben arremeter contra ello y poner en crisis este tipo de pensamiento, es lo único que ha permitido el avance de las ciencias. Esta aspiración tiránica y exigente: hacer de lo otro Uno, es lo que obliga a pensar en qué se funda toda consigna de igualdad, sin dejar de reconocer en ello el origen del Derecho mismo, y la pertinencia de la pregunta en el ámbito preciso de la educación; en virtud del interés de la aplicación de programas que conciban una verdadera inclusión en este campo. Hablemos entonces del ámbito práctico de la pedagogía, de la educación concebida formal, de la institucionalización del ejercicio sublime de acompañar al otro en el desciframiento del mundo, si se me permite decirlo así.
La inclusión en las fronteras del sinsentido
La idea de lugar, de situs, se instala acomodaticiamente cuando pensamos en una educación inclusiva; puesto que ¿A qué continente se consagra la inclusión? ¿A qué tinaja, qué contenido? En este sentido la imagen que se impone como inclinación, como automatismo es la del espacio cerrado, con fronteras definidas; es la plenitud espacial y también temporal concebible como un todo. La imagen del círculo será la que Gastón Bachelard2 clasificará como uno de los mayores obstáculos epistemológicos en el conocimiento científico, y, debemos decir, éste es correlativo a la idea expresada del Uno como Ser.

La mirada de los otros

Jacqueline Berger
Traducción: V. Coccoz, C. Cuñat y D. Maestre

Existe la mirada que encierra, la mirada que da una perspectiva, la mirada que te hace sentir que estás creciendo, la mirada que se clava en ti, la mirada que reconoce el eco del semejante, la mirada que separa, la mirada que disloca, la mirada que tranquiliza, la mirada que aliena, la mirada que confiere existencia al Otro en tanto que ser separado de su propia existencia…
Y es que la mirada, como lo podemos constatar cada día en nuestra vida cotidiana, resulta ampliamente influida por la idea que tenemos de aquello que una etiqueta, una categoría, una palabra designan.
Si me presento ante vosotros como periodista o como madre concernida por la problemática autista, o como cualquier otra cosa que elija poner por delante, la mirada que vais a poner en mi, en mi intervención de hoy, resultará ligeramente diferente, aparecerá determinada por lo que sabéis de tal o cual categoría que me designa como incluida en un grupo.
Yo escribí el libro “Salir del autismo” con la esperanza de producir un cambio aunque fuera pequeño, aunque fuera mínimo, en la mirada que cada uno de nosotros ponemos en las personas que agrupamos bajo el significante de autismo.
– Para que se miren de otra manera los desórdenes visibles, los síntomas que saltan a la vista y que a veces, incluso, petrifican a los que tenemos en frente, aniquilando la posibilidad de su pensamiento al provocarles reflejos de miedo o de angustia.
– Para que estas manifestaciones sean comprendidas por lo que son: manifestaciones de sufrimiento, y no como la rúbrica de un estado de deficiencia irremediable o como algo amenazante para uno mismo.
Cuando miramos las cosas de esta manera -y esto es tan importante para un niño con dificultades que, como todos los demás niños, es un sujeto en construcción- estamos dando a este niño otra pequeña oportunidad de “terminar de nacer”, según la expresión que tanto me gusta de Barbara Donville o, lo que es lo mismo, de entrar en la sociedad.

Aventurarse más allá de las fronteras

Marjolaine Burin
Traducción de Marita Hamann
Originalmente en: Edición Especial del Boletín de las Jornadas 46 de la Escuela de la Causa Feudiana de Paris: El autismo y la mirada


Aunque todos son singulares, hay una constante en el reencuentro con los sujetos autistas: la presencia de una frontera entre ellos y el mundo. Martin Egge desplaza las coordenadas de esta barrera, definida como protección frente a lo real, convirtiéndola en lugar de reencuentro.
El libro, La cura del niño autista, recientemente publicado, presenta una clínica que se apoya en la noción de lo real y de la “práctica entre varios”. Después de haber puesto de relieve la cuestión que plantea al autismo como posición particular en la estructura de la psicosis infantil, Martin Egge inaugura una enseñanza fundamental sobre la relación de este sujeto con los objetos pulsionales. Especialmente, el objeto mirada toma un valor heurístico en la clínica con los autistas.   
 « Quítame lo ojos »: para Ludovico, el ojo es un real puro, Ludovico es mirado por el Otro, pide al infinito que se le sustraiga « sus ojos ». Estos gritos aclaran perfectamente la propuesta de Jacques-Alain Miller: “el ojo está hecho para no ver”. En el autista, el ojo no se anuda a la función de “ver”, que se le atribute intuitivamente. Entre el ojo y su función perceptiva viene a alojarse el objeto mirada por cuanto su toma de posición depende de su relación con el significante y con el goce.
 « Francesco, un niño autista de seis años, evita al Otro mediante una mirada ausente, mira a todas partes pero no detiene nunca la vista en las personas que lo rodean»[2]. Su no implicación del objeto mirada en el intercambio muestra que para él la mirada no tiene valor de comunicación sino que es inquietante. Cuando el objeto escópico es puesto en su lugar por la castración simbólica, se recorta de su soporte, se aloja en el vacío del Otro, anclándose en lo simbólico y en el lazo social. Es precisamente lo que no se produce en el autista, la pulsión regresa al cuerpo. 

El psicoanálisis lacaniano puede escuchar al autista

Lisbeth Ahumada
5 de mayo, 2013

El pasado martes 2 de abril, Día Internacional del Autismo, sorprendió la no poca atención que mereció el tema en nuestro medio. Diversos medios de comunicación aludieron a la problemática del autismo e incluso se esforzaron en darle rostro presentando testimonios de jóvenes autistas o de sus padres. Hay que reconocer que el interés que suscitó se tradujo en preguntas genuinas de aquellos para quienes el tema era una verdadera novedad: ¡¿Qué es eso del autismo?! O para aquellos que ya tenían un prejuicio al respecto producto de alguna lectura ligera o información lejana y desprevenida: son niños que no hablan, que son agresivos, que rehúyen cualquier contacto con su entorno; un verdadero enigma que, paradójicamente, no ha invitado mayormente al acercamiento de su desciframiento o al menos a un entendimiento de este funcionamiento.

Llamó mi atención, en este panorama de “inquietud atenta” por el tema durante ese día, la entrevista aparecida en el diario El Tiempo, página 15, titulada: “Mi hijo puede llegar a ser lo que él quiera, ¿por qué no?”. En efecto, se publica la entrevista hecha a la madre de un niño de 5 años y medio que tiene autismo. No solo es una entrevista conmovedora sino verdaderamente ilustrativa de lo que representa el deseo decidido de una madre por entender, por acercarse a aquello inexplicable que le acontece a su hijo. Al amor, esta madre le añade tal deseo preciso, sin ambages. Y es claro que no se trata de un deseo de saber esquemático, rígido, académico (aunque no lo desconoce), de letra muerta. Más bien se trata de un deseo vivo que implica leer de manera atenta, entre líneas, no solo lo que aparece como una firme voluntad del niño de no establecer un contacto sin mediación con los otros, con el mundo digamos, sino las condiciones en que el niño puede acceder mínimamente, a su manera, a esa relación. Y para eso, hay que consentir, acoger la inmensa novedad que implica que un sujeto establezca su modo de relación; y eso no solo no es fácil sino que en la labor se deben franquear umbrales que rompen con los esquemas de “la vida en común” (muchos padres pueden testimoniar que muchas veces la decisión de seguir el camino que va trazando el trabajo de su niño autista, los deja a ellos mismos sumidos en la idea de estar viviendo en un mundo aparte). 

Ley de atención y protección para las personas con TEA - Venezuela

Reseña: Conferencia de Silvia Elena Tendlraz en la ciudad de La Paz-Bolivia

María Elena Lora

El viernes 30 de septiembre de 2016 se llevó a cabo en La Paz-Bolivia la conferencia titulada Diagnóstico diferencial entre psicosis y autismo: “Tratamiento del niño autista”, a cargo de la invitada Silvia Elena Tendlraz, Psicoanalista miembro de la EOL y de la ECF, docente de la cátedra de Clínica del autismo y de las psicosis en la infancia de la Universidad de Buenos Aires y docente de la Maestría en Clínica Psicoanalítica de la Universidad Nacional de San Martín. Este evento estuvo organizado por el Grupo de Investigación y Estudio en Psicoanálisis (GEIP) de la NEL-La Paz y la Maestría en Clínica y Estudios Psicoanalíticos de la Universidad Católica Boliviana. Asistió una amplia y variada audiencia de 220 personas, vinculadas al área de salud, psicología, psicopedagogía, psicoanalistas y padres de familia.    
Silvia Elena Tendlraz abordó la temática desde la perspectiva psicoanalítica, precisando la idea del autismo como un “funcionamiento subjetivo singular”, en contraposición a la idea del autismo como “enfermedad”. 
Para ello, partió de la problemática del diagnóstico de autismo y destacó que el mismo se encuentra en expansión en el mundo. Este aspecto, llevó a formular una pregunta: si en la actualidad hay más niños autistas o se trata de una cuestión vinculada a los criterios diagnósticos implicados en los manuales estadísticos y en la categoría de Trastorno del Espectro Autista (TEA).
A su vez, interrogó la búsqueda constante de una causa de orden genético, orgánico u otras, indicando que habría que dejar entre paréntesis esta búsqueda para centrarse en una propuesta para el tratamiento del autismo, situando el psicoanálisis cómo una oferta legítima para el niño autista. Asismismo, señalo que el tratamiento ofrecido por el psicoanálisis brinda el espacio para que el niño autista pueda dar lugar a sus soluciones singulares, que posibiliten salir del encierro que los caracteriza.

Proyecto de Ley para la Atención a Personas con Trastorno del Espectro Autista - Colombia

¡DEJA DE MIRARME!

Bruno de Halleux
Traducción de Alejandro Olivos
Originalmente en: Edición Especial del Boletín de las Jornadas 46 de la Escuela de la Causa Feudiana de Paris: El autismo y la mirada

Tres años en la Antenne 110 y la situación sigue extremadamente difícil. Yuri no cesa de quejarse del otro, especialmente del otro que no cesa de mirarlo. “Me está mirando, ¡córtala!”, grita Yuri. El puñetazo surge muy rápido, golpea al otro que lo mira, golpea la mirada, la cual no ha sido extraída del campo de la realidad.
A su llegada, se siente perseguido por insectos que lo pican. Un año más tarde, no logra conciliar el sueño ya que ve brujas sobre las ramas de un árbol; esas brujas están ahí, lo miran. Actualmente, Yuri toma la iniciativa de mirar.
Él mira… pero, ¿qué es lo que mira? Siempre la misma cosa: en YouTube, hace pasar en bucle secuencias de películas, secuencias ultra-violentas. Se trata de personajes de películas, como Hulk, Zombies, etc.
Dichas imágenes no lo representan, ellas son Yuri. Él es la imagen, la encarna, golpea, insulta, le pega al otro tal como lo hacen sus héroes.
¿Dónde mira dichas secuencias en bucle? En su casa. Nada puede impedirle a Yuri el mirar. Es más fuerte que él. Sus padres se sienten impotentes, él mira, una y otra vez, sin fin.
La imagen que lo capta, continuamente, está completa. Lo atrapa, lo aspira. No hay la perdida inherente al objeto “mirada”. Él está cautivo en una imagen al infinito, donde lo que ve es él mismo, y él mismo es la imagen. Un día, Yuri se mira al espejo, se escupe y se insulta.
Puñetazos y cachetadas llueven sobre el otro, niños y tratantes.
Entonces, ¿qué invención puede encontrar un tratante para abordar a Yuri sin encarnar una mirada maligna?
Marie, una tratante, la ha encontrado. Yuri está a punto de explotar. Ella lo llama y le dice: “Mi pequeño fish-stick de frutilla”. El golpe no surge, Yuri mira a Marie con una gran sonrisa, se ríe con ella de esta acertada palabra.
Nathalie también ha encontrado algo. Yuri se le acerca y le pregunta a quemarropa: “¿Te gusta la violencia?” En seguida, ella le responde: “¡No! no me gusta la violencia, pero sí los espaguetis y las pizzas”. Yuri se ríe a carcajadas.
Esto funciona hoy día… Más tarde, o mañana, habrá que encontrar una nueva invención.
Los juegos con las palabras, los juegos con el sinsentido lo distraen, lo alivian de esta mirada omnipresente, de este objeto no-extraído que no cesa de perseguirlo.