Especificidad de la práctica clínica con el autismo: especificidad de una “formación”
-Ejemplos en la práctica institucional-
Por Claudia Lijtinstens
Hoy son tiempos complejos para nuestro campo y nuestra práctica y, como operadores de la salud,
debemos estar en condiciones de escuchar la actualización del malestar sosteniendo los principios éticos
que rigen nuestra práctica, principios que orientan principalmente el tratamiento de la pulsión.
Esa ética es la que permite responder a la biopolítica del mundo global con la operatividad que cada uno
extrae de la formación del analista.
El discurso analítico aplicado a los campos de la salud y la educación nos permite leer el síntoma y lo
que segrega el discurso del Amo traspasando la tendencia todo-comportamentalista1 de las políticas
sanitarias actuales.
La problemática generada en torno al autismo es un reflejo de esta contaminación todo-comportamentalista,
una de las refracciones de esta doctrina que se disemina por el campo de las políticas de salud y de
educación y que obliga a estar advertidos y preparados para debatir, argumentar y exponer los
principios de nuestra práctica y sus efectos, así como a dar testimonio de sus resultados.
El siglo XXI -decía recientemente E. Laurent- es el siglo de hablar a cielo abierto, instándonos a investigar,
trabajar y seguir comprometidos en “hacer saber” la solidez y coherencia de esta práctica y de nuestra
formación para llevar adelante los tratamientos posibles de la pulsión, tome esta la forma que tome.
1-Especificidad de la formación vs. la especialización
Es un punto central en la política del campo freudiano -y en la de sus instituciones en particular- el
desplegar transferencias de trabajo que orienten a otros a introducirse en un trabajo orientado por sus
principios, para que, desde allí, ser capaces de hacer frente a las nuevas configuraciones que adopta la
clínica o las innovaciones en la práctica.
La formación y la experiencia de un análisis son las herramientas fundamentales con las que cuenta un
analista, un practicante del psicoanálisis, para escuchar las reglas del inconsciente, su lógica
combinatoria, su original modo discursivo, y esto aún con los sujetos sumidos en el mutismo profundo
o el rechazo masivo a la palabra y al Otro.
Es el propio recorrido de formación lo que va a privilegiar una escucha y decidir una operatividad a
seguir en cada caso, en tanto la elucidación de las cuestiones del síntoma y del fantasma de cada
practicante favorecerán el encuentro con un deseo inédito, un practicante aclarado de su acto...2