Por Laura Adela Uribe
Díaz
ENSEÑANZAS DE LA VII
SEMANA DEL AUTISMO EN BOGOTÁ.
Una de las
características del Observatorio sobre políticas del autismo- FAPOL, Ciudad de
México, es la diversidad de sus integrantes: docentes que trabajan en aula,
psicoanalistas, una psiquiatra, pedagogos, entre otros. Desde esta
heterogeneidad, a lo largo de este año hemos estado presentando y discutiendo
casos derivados de nuestra práctica. Como una forma de investigar sobre el tema
que nos convoca y, sobre todo, como una manera de acompañarnos y compartir con
el grupo los efectos de lo que implica para cada uno trabajar con niños y
adolescentes con autismo. A partir de
este trabajo en México, surge la idea de viajar a Bogotá en agosto, a la VII
Semana del Autismo para participar de las actividades y a presentar un caso.
¿Con qué me encuentro
allá? Con un grupo, basto, de docentes que se preguntan ávidamente cómo
intervenir. Con un grupo de psicoanalistas (miembros, asociados y amigos de la
NEL), que con la fuerza que les da la causa freudiana, mueven montañas para
mantener por siete años la continuidad de este evento. Me encuentro con otros que, como nosotros en
México, buscan dialogar con otras disciplinas para hacer posibles tratamientos
dignos.
Lo cual me remite a las
palabras de Lacan en la Conferencia de Ginebra, cuando un doctor le pregunta su
opinión sobre la imposibilidad de los autistas para escuchar, y él responde:
“no llegan a escuchar lo que usted tiene para decirles”, “que usted tenga
dificultad para escucharlo….no impide que se trate finalmente de personajes
verbosos”; y, forzando las palabras de Lacan, se podría decir en cuanto al
tratamiento del autismo: las posibilidades de hacer lazo y trabajo con otros
discursos distintos al psicoanálisis existen, es cuestión de llegar a escuchar.
Para ello es preciso ir
más allá de los gremios, dialogar con quienes practican en nombre de las
terapias cognitivo conductuales, con administrativos de las instituciones, con
psiquiatras. Con los docentes, que desde un ideal de “inclusión educativa”,
buscan inventar en sus aulas, las soluciones que las teorías no les ofrecen.
Invenciones que se ilustran muy bien en los casos presentados en el grupo del
Observatorio de la Ciudad de México
Ir más allá, pudiera
ser también escuchar a quienes buscan sostener su práctica (cualquiera que
fuese) y no trabajan desde el psicoanálisis, ni tienen la intención hacerlo;
pero viven atravesados por la sensación de que sus alumnos con autismo les dan
la espalda, mientras ellos como profesionistas se enfrentan contra un muro en
apariencia impenetrable.
Cabe mencionar que
ahora es cada vez más necesario este tipo de trabajo de escucha, si
consideramos que proliferan por doquier recientes diagnósticos de “autismo”;
debido a que en el actual DSM V: Asperger, Autismo y otros “trastornos
generalizados del desarrollo” (indefinidos), comparten el mismo cajón
clasificatorio del espectro autista, situación que confunde aún más.
Lo anterior, nos lleva
a las enseñanzas de la VII Semana del Autismo en Bogotá, con Jean Pierre
Rouillon como invitado especial.
Mediante actividades con Jean Pierre distribuidas en 5 días, se puso
sobre la mesa el trabajo con las instituciones y lo que cada quien, de inicio,
entendía por autoridad. Algunos maestros que trabajan dentro del aula preguntaron
por las maneras para lograr que los niños autistas “los vean como autoridad”.
Otros preguntaron por las formas para lograr que sus alumnos se responsabilicen
de sus actos en el salón de clase, después de haber destruido objetos de sus
compañeros, o después de haberlos lastimado. Muchos de estos maestros eran
originarios de Guatemala y Bogotá.
Durante estos días
dialogamos con Jean Pierre ¿qué es lo que se pone en juego para poder trabajar
niños autistas? y para abordar el tema, él nos habló sobre su práctica como
director de la clínica Nonette en Clermont Ferrand, Francia. Jean Pierre además
de tener un recorrido como psicoanalista, se formó y trabajó como educador en
un aula, por lo que conoce por experiencia propia las vicisitudes del
trabajo.
Sobre el trabajo con
niños autistas, subrayó que lo más importante -más allá de la erudición sobre
educación o psicoanálisis- es tener disposición para aprender de los niños,
mostrar apertura para dejarse sorprender, querer estar ahí e interesarse por
los niños, genuinamente.
Mediante anécdotas y
bromas, Jean Pierre nos habló sobre lo que le ha funcionado en la clínica
Nonette como director, hizo especial énfasis en la necesidad de sostener una
práctica entre varios y explicó cómo su intervención con los psicoanalistas y
los docentes consiste, principalmente, en desestabilizar el saber que se tiene
sobre los niños de la clínica. Interviene para que el equipo logre frenar las
interpretaciones sobre los niños, es decir, para dar cabida a más escucha y a
menos saber. Cuidarse de no comprender, no atañe únicamente a los
psicoanalistas en estos casos. Para él, la formación docente, casi como la
formación del analista requiere, en sus palabras, “20 años o más”. Jean Pierre buscando no comprender, acompaña
a los maestros a hablar de las cosas que angustian en el aula y que no se
pueden resolver ahí; acompaña a las familias -la mayoría adoptivas-, bajo la
promesa de estar ahí para ellas, con la advertencia de que él no tiene
respuestas sobre lo que funcionará del tratamiento.
Al respecto ebullecieron
participaciones preguntando sobre cómo responder al mandato de la “inclusión
educativa”. Su respuesta fue: se necesita acompañar a que los niños autistas se
incluyan en los saberes curriculares -a su modo-, a que se incluyan en su grupo
escolar e inventen lazos. Así se pueden
crean otros modos de autoridad y presencia en el grupo.
Para Jean Pierre la
autoridad se inicia con el compromiso del adulto de abandonar la violencia y
para él la autoridad consiste en el constante punto de tensión entre la falta y
el goce. Igualmente puntualiza: ahí donde se aplicó la fuerza, es donde fracasó
la autoridad (haciendo referencia a Lacan).
Este punto me parece
crucial, para ilustrar con un ejemplo algo que es bastante frecuente en los
tratamientos con niños autistas. Es muy frecuente que los niños elijan un
objeto del cual no soportan separarse, por ejemplo, un llavero de plástico, dos
aviones, un collar, etc.; esta elección es una solución de tratamiento de goce.
Hay teorías que conciben a esos modos de inventos como “conductas estereotipadas
y/o obsesivas” y consideran necesario hacerlas desaparecer, arrancando con
fuerza a los niños autistas sus objetos, prohibiendo su uso o condicionándolo.
Desde mi punto de
vista, ahí donde fue necesario aplicar la fuerza para arrancar los “objetos”,
ahí, fracasó la autoridad. El efecto de este arrancamiento, deviene en el
deterioro de la relación con aquel terapeuta o maestro, quien sigue -con
bastante frustración- lo que su método le indica.
En respuesta a estas
frecuentes situaciones, es preciso salir de nuestros consultorios a estos
sitios a construir redes de trabajo, a escuchar y también a aprender. Así sí se
pueden establecer autoridades posibles en la escuela y en las instituciones.
Para Jean Pierre, autoridad es ofrecer un espacio vacío para que cada sujeto
logre autorizarse a construir un lazo social inédito.
Respecto a lo inédito,
Rafael Cayuela, un adolescente con autismo, de manera muy emotiva compartió con
nosotros el testimonio de su trayectoria escolar, atravesada de inicio, principalmente
por experiencias de rechazos; hasta que finalmente logró ser aceptado en la
universidad a estudiar lenguas, desde sus palabras, “por un milagro”.
El milagro, pudo haber
sido también la relación que Rafael consintió establecer con un asesor; quien
desde la opinión de Rafael, le ayudó a entender que su problema en la escuela
era que no podría saber lo que necesitaba y, lo que quería saber. A partir de
que descubrieron que los “mapas conceptuales” le ayudaban a pensar, Rafael pudo
identificar aquello que necesitaba y quería saber.
Explicó cómo las
imágenes de sus mapas le ayudaron a organizarse, supo que ahora estudiará
lenguas para escribir y publicar un libro sobre “cómo enseñar a alumnos
autistas”; aconsejando principalmente a los maestros, a “no angustiarse” y
estar muy atentos al estilo de aprendizaje de cada uno de sus alumnos. Pues
para Rafael, cada persona tiene su propio estilo para aprender.
Tomando la enseñanza de
Rafael, no hay tratamientos iguales, ni invenciones iguales y, no es sin el
trabajo con las escuelas, con las familias e instituciones, que los
tratamientos pueden marchar. Es preciso pues escuchar a las otras disciplinas,
acompañar y, hacernos acompañar.
Referencias:
American Psychiatric Association, 2013, DSM V. Diagnostic and Statistical Manual of
Mental Disorders, American Psychiatric Association. pp. 28-33.
Lacan, Jacques,
1975, Conferencia en Ginebra sobre el síntoma, Intervenciones y textos 2, Manantial, pp. 134-135.
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