Laurent, E: Los autistas, sus objetos, sus mundos


Boletin Febrero 2017


La verdad sobre el autismo

Vilma Coccoz

Según nos informa un conocido periódico nacional, el Diccionario Oxford ha entronizado un neologismo como palabra del año y como nueva incorporación enciclopédica. Se trata de la post-truth o posverdad; un híbrido bastante ambiguo cuyo significado “denota circunstancias en que los hechos objetivos influyen menos en la formación de la opinión pública, que los llamamientos a la emoción y a la creencia personal.”

Según otra fuente mediática, el término acuñado es simplemente un eufemismo de la mentira, la expresión viene a significar el tiempo de la manipulación y las falsedades.  
En lo relativo a la batalla del autismo[1] tal designación parece ajustarse a los términos en que ha sido llevada a cabo la campaña instrumentada por el imperio ABA. Según el minucioso análisis realizado por la profesora canadiense Michelle Dawson, ella misma autista,  se puede constatar que “No todo el mundo es conductista hoy en día, pero en cuanto el objetivo de modificar la conducta se focaliza en el autismo, las adhesiones aumentan de manera impresionante. (...) el grupo de partidarios del método ABA para el autismo incluye a terapeutas, educadores e instructores; padres, abuelos, amigos de la familia; organismos de financiación, grupos profesionales y de presión; profesores, abogados, jueces y periodistas; políticos, burócratas y la Comisión de Derechos Humanos de Quebec.”[2] ¿Dónde radica este mayoritario acuerdo de grupos humanos tan diversos? ¿En qué elementos se sustenta esta creencia unívoca consiguiendo congregar “lo legal, lo científico y lo popular”?
Una retahíla de premisas irresistibles impulsa la industria ABA bajo el estandarte que califica al método de “científicamente probado” o “médicamente necesario.” Dawson  analiza detalladamente la retórica de los argumentos centrados en oposiciones falsas cuyo poder hipnótico es fácilmente reconocible en los pasquines de propaganda: siendo autismo igual a tragedia, sufrimiento y condena, las premisas falsas se convierten en amenazas: “O los niños autistas son tratados tempranamente con intensivas intervenciones conductistas de manera exitosa o éstos son condenados a una vida de aislamiento e institucionalización. El autismo es incompatible con el logro, la inteligencia, la integridad física y psicológica, la dignidad, la autonomía, y el aprendizaje: o eres autista o puedes acceder a estas posibilidades. O el autista es tratado con el método ABA y pasa a parecer no-autista, o el autista está condenado. El autismo es igual a la bomba nuclear, a una apoplejía, a la diabetes, a la enfermedad terminal, a ser “marcado con el dolor de un accidente terrible” y, otra vez, siempre, igual a cáncer. Si estás en contra de ABA entonces estás a favor de la institucionalización. Si ABA es criticado entonces los niños serán destruidos. El autismo es incompatible con la humanidad: o eres autista o eres humano. Si a un autista se le priva del método ABA entonces acabará tirado en el suelo y sentado por cuatro enormes asistentes de atención al hogar.”