La verdad sobre el autismo
Vilma Coccoz
Según
nos informa un conocido periódico nacional, el Diccionario Oxford ha
entronizado un neologismo como palabra del año y como nueva incorporación
enciclopédica. Se trata de la post-truth
o posverdad; un híbrido bastante ambiguo
cuyo significado “denota circunstancias en que los hechos objetivos influyen
menos en la formación de la opinión pública, que los llamamientos a la emoción
y a la creencia personal.”
Según otra fuente mediática, el término acuñado es simplemente un
eufemismo de la mentira, la expresión viene a significar el tiempo de la
manipulación y las falsedades.
En lo relativo a la batalla del
autismo[1]
tal designación parece ajustarse a los términos en que ha sido llevada a cabo la
campaña instrumentada por el imperio ABA. Según
el minucioso análisis realizado por la profesora canadiense Michelle Dawson,
ella misma autista, se puede constatar
que “No todo el mundo es conductista hoy en día, pero en cuanto el objetivo de
modificar la conducta se focaliza en el autismo, las adhesiones aumentan de
manera impresionante. (...) el grupo de partidarios del método ABA para el
autismo incluye a terapeutas, educadores e instructores; padres, abuelos,
amigos de la familia; organismos de financiación, grupos profesionales y de
presión; profesores, abogados, jueces y periodistas; políticos, burócratas y la
Comisión de Derechos Humanos de Quebec.”[2] ¿Dónde
radica este mayoritario acuerdo de grupos humanos tan diversos? ¿En qué
elementos se sustenta esta creencia unívoca consiguiendo congregar “lo legal,
lo científico y lo popular”?
Una retahíla de premisas irresistibles impulsa la industria ABA bajo el estandarte
que califica al método de “científicamente probado” o “médicamente necesario.”
Dawson analiza detalladamente la
retórica de los argumentos centrados en oposiciones falsas cuyo poder hipnótico
es fácilmente reconocible en los pasquines de propaganda: siendo autismo igual
a tragedia, sufrimiento y condena, las premisas falsas se convierten en
amenazas: “O los niños autistas son tratados tempranamente con intensivas
intervenciones conductistas de manera exitosa o éstos son condenados a una vida
de aislamiento e institucionalización. El autismo es incompatible con el logro,
la inteligencia, la integridad física y psicológica, la dignidad, la autonomía,
y el aprendizaje: o eres autista o puedes acceder a estas posibilidades. O
el autista es tratado con el método ABA y pasa a parecer no-autista, o el
autista está condenado. El autismo es igual a la bomba nuclear, a una
apoplejía, a la diabetes, a la enfermedad terminal, a ser “marcado con el dolor
de un accidente terrible” y, otra vez, siempre, igual a cáncer. Si estás en
contra de ABA entonces estás a favor de la institucionalización. Si ABA es
criticado entonces los niños serán destruidos. El autismo es incompatible con
la humanidad: o eres autista o eres humano. Si a un autista se le
priva del método ABA entonces acabará tirado en el suelo y sentado por cuatro
enormes asistentes de atención al hogar.”
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