“Una demostración
deslumbrante”
Un niño autista en
psicoanálisis
Jean-Claude Maleval y Michel Grollier
Existen pocos
documentos clínicos equivalentes al presentado por Christine Bouyssou-Gaucher
con el título Louange, el niño del armario[1].
Dos informes de casos comparables tuvieron antes un impacto considerable: el de
Dibs, relatado por Virginia Axline[2], y
el de Joey, el niño-máquina de Bettelheim[3].
Los tiempos han cambiado. Hoy en día, la evidence based medicine no
otorga ningún crédito a los estudios de casos. Será ahora más difícil hacer
escuchar las enseñanzas de la cura de Louange. Sin embargo, cuando la analista
se encuentra con él, se trata de un niño de tres años y medio presentando una
forma severa de autismo, ciertamente más severa que la de Dibs, e incluso que
la de Joey. Ahora bien, gracias a un trabajo que duró más de seis años, sus
progresos fueron espectaculares. Así, lo que se dice en la portada del libro no
resulta exagerado: este documento clínico, presentado por C. Bouyssou-Gaucher,
que relata una cura conducida en un CMP – Centre Médico-Psychologique –
de la región parisina, constituye una “demostración deslumbrante de la eficacia
del psicoanálisis” con un niño autista. Todo indica, en efecto, que los
progresos en las adquisiciones escolares y sociales de Louange, integrado en
una ULIS[4]
durante la cura, fueron correlativos de los avances de ésta.
Ciertamente, este
documento no convencerá a aquellos que afirman la singularidad de cada autista
al mismo tiempo que exigen estudios de casos reproductibles y traducibles a
números para formarse una opinión con respecto al tratamiento más adecuado.
En cambio,
constituye una herramienta mayor e innovadora para los practicantes que se
comprometen en curas individuales de sujetos autistas. Al comentar el informe
de la Alta Autoridad de Salud sobre el autismo del año 2012, el profesor Houzel
subrayaba que, bajo la rúbrica “psicoanálisis del autismo”, varios enfoques
diferentes, incluso opuestos, han sido propuestos, de manera que hablar de “el psicoanálisis”
en este contexto “no tiene hoy en día ningún sentido”[5].
Las referencias psicoanalíticas de C. Bouyssou-Gaucher
son, en efecto, bastante eclécticas: van desde Winnicott a Lacan, pasando por
Freud, Geneviève Haag, Pierre Delion, Henri Rey-Flaud y Frances Tustin. Sin
embargo, su orientación mayor consiste en confiar en el deseo de cambio del
niño[6].
Esto la conduce
espontáneamente a lo que todo niño autista induce: “respetar el objeto que ha
elegido”[7].
Esto puede parecer anodino, incluso obvio y evidente; sin embargo, muchos
psicoanalistas no orientan la cura por este respeto del objeto. Aun cuando no
todos siguen las recomendaciones de F. Tustin, todos las conocen: según ella,
los objetos autísticos “se oponen a la vida y a la creatividad; traen consigo
la destrucción y la desesperanza”[8].
Esta autora precisa que, siendo vividos como partes del cuerpo, “son percibidos
como instantáneamente disponibles y, por lo tanto, no ayudan al niño en su
aprendizaje de la espera. Tampoco le ayudan a soportar la tensión y a diferir
la acción – lo que es esencial para las actividades simbólicas”[9].
El documento de C. Bouyssou-Gaucher se posiciona claramente en contra de un tal
enfoque. Orientarse por el respeto del objeto la disuade de buscar interpretar
las formaciones del inconsciente, así como también de proponer una experiencia
simbiótica correctiva, de considerar a la contra-transferencia como una brújula
mayor, de tratar de reparar el desmantelamiento, de intentar tener acceso a
experiencias arcaicas, etc. La conducción de la cura operada se sitúa al margen
de la mayoría de aquellas clásicamente preconizadas.
Si bien no utiliza
el concepto de borde, concebido en el campo lacaniano como la defensa mayor del
autista, C. Bouyssou-Gaucher saca espontáneamente partido de los recursos de éste
a lo largo de la cura. Es apoyándose en los objetos, constata la autora, que
Louange ha logrado proseguir su camino hacia el Otro[10].