Lizbeth Ahumada: El autista, ya confinado

EL AUTISTA, YA CONFINADO


Lizbeth Ahumada Yanet

En el marco de los días de vértigo que vivimos por la pandemia viral que conmociona al planeta, nos llegan noticias de algunos países relativas a las excepciones que sostendrían la regla preventiva del confinamiento para todos y que articularían en sí mismas, el “no-todos de la misma manera”. La referencia es al pedido de excepción o flexibilización de la medida de confinamiento para las personas autistas, decretada en más de una veintena de países alrededor del mundo.
En España por ejemplo, la Confederación de Autismo solicitó al Gobierno que las personas con trastorno del espectro autista (TEA) puedan, de forma excepcional, salir a la calle cuando sus circunstancias así lo requieran[1]. En Argentina, la Agencia Nacional de Discapacidad recomendó que las personas con diagnóstico del espectro autista […] sean habilitadas a circular por las vías de uso público cercana a su residencia por un máximo de dos horas, […] identificándose con ropa azul o una cinta azul en el brazo[2] . En Colombia, el Decreto presidencial del 22 de marzo pasado, introduce entre los casos de excepción a las personas con TEA y sus cuidadores […]. [3]Seguramente la lista de países que da lugar a estas excepciones es mucho más larga.
En un primer momento podríamos observar en ello una aparente paradoja: ¿aquellos que se resguardan del Otro en un autoconfinamiento más o menos radical, no llevarían la delantera en la aplicación efectiva de este imperativo actual?


Sin embargo, son los padres, los familiares y cuidadores quienes demandan esta excepción en virtud de los efectos que tal encierro engendra para algunos autistas: la agudización de síntomas, la alteración del sueño o la alimentación, las autolesiones, el exceso de angustia, etc. Frente a esta advertencia, es necesario preguntarnos por lo que está en juego en este decreto como tal: la función que puede llegar a cumplir en la subjetividad del autista, sí, pero también en la de los otros que conviven con él. En este sentido, es crucial entender si obedece al encierro propiamente dicho o al hecho de que el encierro incluya a otros, que perturbarían bruscamente con su presencia el síntoma defensivo del sujeto autista. Se trata entonces de encontrar la manera de no encerrar al autista con la medida del dictado del Otro, con el encierro ideal, el encierro modelo, la sujeción a un confinamiento estandarizado, sin atender el singular modo que el autista ha encontrado para resguardarse de una real y excesiva presencia del Otro. Por ello, quien está en proximidad con el autista, debe estar advertido de las condiciones que pueden favorecer la vivencia del exceso sin tregua, de la mirada vigilante, de la voz imperativa, de la oralidad desenfrenada.
Es, pues, el clima del no todo el que debe prevalecer en la instauración de la excepción y esto no siempre se logra dada la tensión presente entre el arrastre frenético del todos iguales y la reivindicación latente del derecho a ser una excepción dentro del conjunto. En este sentido, es importante tener en cuenta la posición desde la cual debe ser transmitida la consigna: Mostrándose en falta frente a ella. Aludiendo por ejemplo a un otro suficientemente distante, encarnado en un personaje significativo para el sujeto, que pueda ejercer una autoridad efectiva y tranquila, que permita no vivirla como una exigencia directa e intimidante. Esto puede facilitar un acatamiento de la medida sin que se haga consistir la excepción como un absoluto. Una regla dictada como orden de hierro, trae al mismo tiempo, para el sujeto autista, la rebelión frente a ella.
Los padres de Pedro, pequeño autista de siete años, atendiendo al cuidado que él profesa por las personas mayores, le hacen saber del interés del gobierno de Colombia por esta población y por ello, le dicen, se ha tomado la medida según la cual no se puede salir de casa por un tiempo prolongado, para protegerlos del contagio. Pedro me llama para avisarme que no podremos vernos como cada semana; pero, me dice, durante este tiempo programará unos videos en los cuales, claro está, él será mi tutor. Debo seguir sus instrucciones para aprender a hacer masa de moldear. Él se hará cargo de enseñarme mientras estoy en casa: “no debes salir porque eres mayor y te enfermas”.  Previo a nuestros encuentros por skipe, debo estudiar el video enviado con anterioridad, debo responder a preguntas del tutor y así hasta la próxima entrega. Acepta ocasionalmente algunas variaciones que la alumna introduce.   
Cuando la excepción se funda en un real, resulta insoportable para el Otro del vínculo social. Un conmovedor testimonio difundido por las redes sociales[4], lo ilustra muy bien: El padre de un pequeño autista narra la amarga experiencia vivida tras la salida con su hijo, haciendo uso de la excepción. Fue objeto de insultos, sospechas y duros enjuiciamientos sin atención alguna a la condición misma de dicha excepción y su autorización.
Podemos decir que, ante los llamados a tomar la ocasión del confinamiento como una oportunidad para la comunión familiar, la comunicación, el descubrimiento de aquellos que comparten el mismo techo, y sin dejar de suponerle las bondades que ello puede tener, es importante anotar que este llamado parte del parámetro de comunidad, de lo que debe ser, del camino a rectificar, prevaleciendo un tiempo uniforme y una forma anticipada de acercamiento. En el caso de los autistas este modo no puede anticiparse ni aplicarse. Hay que dejarse enseñar como dictó Pedro, y así apoyar el programa de enseñanza que señala una indagación singular por los modos de enlazarse al mundo fuera de lo común.  Una consigna simple que pudimos leer meses atrás en los carteles de las manifestaciones de indignación social en Chile, decía: No hay que volver a la normalidad porque la normalidad es el problema. Nosotros podemos decir cuando hablamos del autista:  no hay que tomar la excepción como regla porque la regla es el problema.   
En el mismo sentido, desestimar el uso tecnológico por la buena pero engañosa intención de hablar con los más cercanos, sin objeto mediante, implica desconocer en un momento dado, que tal objeto puede cumplir, como nos enseña el joven autista Théo Fache, una función protectora frente al mundo [5].  Él nos dice: “la pantalla en general, no es más ni menos que el mundo detrás de una pantalla. […] cuando estoy frente a la pantalla estoy delante de una ventana que se abre sobre el mundo[…] Estoy al mismo tiempo en el abrigo de la habitación pero también con ellos [amigos]”. En esto también el autista nos lleva la delantera.



[2] https://www.rosario3.com
[3] Ver: Decreto 457 del 22 de marzo de 2020
[4] https://twitter.com/josemba/status/1241775691114385410
[5] Testimonio de Théo Fache. Colloque Autisme: Numerique et robotique. Quel partenaire privilégié au 21e siècle? 7-8 noviembre, Universidad Rennes 2, Francia. Leer completo en: www.infanciayjuventud.co
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