Un esfuerzo de transmisión por Luisa Aragón


                           

Un esfuerzo de transmisión

“Finalmente, hay que plantear la cuestión de saber si el psicoanálisis
no es un autismo de a dos.  Hay algo que permite forzar este autismo
-que lalengua es asunto común”[1]          
 Jacques Lacan
Luisa Aragón
NEL- Guatemala
           

No ha dejado de interrogarme desde hace mucho tiempo esta expresión de Lacan “un autismo de a dos”, pues debo reconocer que me parecía que estaba relacionada con la posibilidad de incluirse como partenaire, prestándose a establecer un lazo transferencial con un sujeto autista o psicótico, cuando en lo que insiste, es en la perspectiva de despegarnos de la clínica para pensar que se trata de hacer un esfuerzo de transmisión que implique hacer pasar los efectos de formación que se desprenden del psicoanálisis puro al ámbito del psicoanálisis aplicado.
            Son ya conocidas las enseñanzas que pueden extraerse del trabajo con sujetos autistas o psicóticos, especialmente aquellas que hacen posible y favorecen los buenos encuentros cuando los hay, así como la importancia de estar atentos a los impasses que en la clínica del autismo puedan surgir. Sin embargo, sabemos que es un trabajo que no se limita a inventar una institución para cada caso, sino que nos convoca desde un inicio a ubicarnos en el campo del psicoanálisis aplicado que Ansermet, describe que podríamos también nombrar como “psicoanálisis implicado”.[2]  Ello nos coloca de entrada en una función que debe ser encarnada, con cautela y sutileza para hacer presencia en el interior de una institución, pero al mismo tiempo afuera de ella, desde una posición que Miller describe  “como objeto nómada”[3]  en la que psicoanálisis se concibe como una “instalación móvil, susceptible de desplazarse a nuevos contextos, particularmente a instituciones”[4].
No contando con la posibilidad de sostener una práctica en una institución creada por psicoanalistas para el tratamiento de sujetos autistas, no dejamos de interrogarnos sobre ¿cómo incluirnos de a poco e instaurar un lazo, que sin estar en contra de las propuestas que ofertan otras prácticas pueda abrir un espacio que de lugar a las diferencias y ética desde la cual el psicoanálisis de orientación lacaniana sostiene su apuesta?  
 
            La institución donde hemos logrado insertarnos desde hace varios años es una asociación (Asociación Guatemalteca por le Autismo) creada por padres que surgió frente a la necesidad de ubicar y ofrecer espacios que puedan responder a la necesidad de brindar tratamiento a los sujetos autistas, pretendiendo alojar lo que se segrega, excluye y resulta insoportable para el Otro social. Debido a que la ley de inclusión resulta insuficiente y no aplica para todos los casos, el incremento de este tipo de instituciones da cuenta de un nuevo régimen que intenta inscribirse en un discurso que se ponga en marcha a través del aparato educativo.  
Fue necesaria la espera para que a partir de un lazo transferencial pudiera surgir una demanda, que nos permitiera incluirnos en las reuniones de trabajo con el equipo de terapeutas e iniciar posteriormente un taller con padres. Asumir y sostener ambos espacios se orienta en la propuesta de construir “lugares Alfa”[5], que además de crear transferencias y provocar aperturas, son lugares de transmisión del psicoanálisis. En este sentido, nos hemos propuesto seguir la indicación de Miller de sostener un espacio que no se remite exclusivamente a la escucha, sino que busca propiciar “un lugar de respuesta, en el que el parloteo toma forma de pregunta y la pregunta misma gira hacia la respuesta”[6].
 El encuentro con los educadores especiales y psicólogos surge a partir del cansancio y la angustia que se imponía cada vez que tambaleaban las identificaciones y los ideales desde las cuales sostenían su práctica. Estar atentos a que no se trataba de silenciar la angustia que pudiera surgir frente a lo imposible fue la consigna, tampoco citando a Rouillon “de criticar la validez o no de prescripciones, que se imponen de todos modos, sino más bien de tratar de cernir la manera en que podemos construir una práctica que no se reduzca a la mera aplicación de comportamientos y reglas cuyo alcance desconocemos”.[7]  
Responder a la demanda implica introducir cierto alivio en dirección a devolver ciertos efectos de satisfacción y deseo por recobrar el gusto por lo que cada uno hace, sin descuidar su otra cara, aquella que suscita el odio y agresividad cuando se busca instaurar y hacer consistir a un Otro del lado del saber, un Otro completo que aporte técnicas que borran lo más subjetivo de cada niño o joven. Soportar esta tensión, dio lugar a que en los educadores y terapeutas pudiera aparecer la sorpresa frente a determinados movimientos en su quehacer que marcan un antes y un después.  Hoy, sus intervenciones y sus maneras de incluirse dan cuenta de otro tipo de encuentros, que no necesariamente recaen en los avances de los niños o jóvenes.
 Son experiencias que nos enseñan sobre los efectos que se producen en cada uno de los educadores a partir de sus actos. La risa se hace presente frente al relato de un educador: “hace un tiempo construí un jardín interior para que los autistas estuvieran contentos y seguros, ahora me doy cuenta de que era yo quien quería mantenerlos encerrados en él, pues me angustiaba que estuvieran en constante movimiento y pudiera pasarles algo. Ahora transitan libremente sin que tenga que mantenerlos encerrados”.
            Con los padres dimos inicio al trabajo a partir del ofrecimiento de una conversación, que contrariaba la propuesta anterior a la cual eran convocados mes a mes, en donde se les proponía escuchar una conferencia dictada por un profesional experto en autismo. Nuestra propuesta se sitúa al revés, es decir, intentamos cuidar que en cada reunión nuestra acción no quede enmarcada desde un nivel de especialización. Damos lugar a que las respuestas surjan por parte de cada uno de ellos devolviéndoles la dignidad a los hallazgos con los que ya se han encontrado. Hemos observado que toman la palabra para transmitir las intervenciones a las que ahora se autorizan y los efectos que se desprenden de ellas.         
 Es muy interesante el hecho que se nombre al psicoanálisis aplicado como una red, pues me parece que no hay otra forma de sostener “la fragilidad con que el psicoanálisis hoy se enfrenta a sus constantes amenazas”[8], si no es en una especie de red  similar a la de una malla, sostenida por el deseo de cada practicante que desde su enunciación y con su propio anudamiento puede enlazarse, advertido de enredarse lo menos posible con los otros, con los cuales mantiene además de distancia, “puntos de apoyo” que no se cierran completamente. No solo se trata de implicarnos a partir de las transferencias que generamos, conlleva poder “hacernos destinatarios”[9] de los efectos terapéuticos que se producen, cuando hacemos presencia en una institución apoyándonos de lo que aporta la experiencia de nuestra propia cura.






[1] Lacan, J.  Hacia un significante nuevo. Texto establecido por J-A Miller. Revista Lacaniana de Psicoanálisis No. 25. Buenos Aires. 2018.  pág.17
[2] Ansermet, F. La práctica lacaniana en instituciones II- Soluciones e invenciones. Grama, Argentina. 2017 pág.177
[3] Miller, J.A. Hacia PIPOL 4, intervención en las Jornadas PIPOL 3, Paris 2007, sobre el tema Psicoanalistas en contacto directo con lo social. http://ea.eol.org.ar/04/es/template.asp?lecturas_online/textos/miller_hacia_pipol4.html
[4] Ibíd.
[5] Ibíd.
[6] Ibíd.
[7] Rouillon, J-P. Revista el Psicoanalisis, Dossier: ¿Quieres lo que deseas? Número 33 Actualidad de las prácticas en institución. http://elpsicoanalisis.elp.org.es/-digital-33/
[8] Miller, J.-A., Sutilezas analíticas. Buenos Aires: Paidós, 2011. pág. 40
[9] Matet, J-D Efectos terapéuticos/Psicoanalista en institución en  El Psicoanálisis, Revista de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis. Dossier: ¿Quieres lo que deseas? Barcelona. ELP  2019. No.33 http://elpsicoanalisis.elp.org.es/-digital-33/

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