Entrevista a Daniel Tammet.

Colloque Autisme: Numérique et robotique. Quel partenaire privilégié au 21e siècle ? (7-8 noviembre, Universidad Rennes 2)

Entrevista a Daniel Tammet

Retranscripción y traducción: Marlith Pachao

Myriam Chèrel: Bien, gracias Daniel Tammet por estar hoy con nosotros.
Jacques Lacan en 1977 hizo un comentario acerca de su manera de recibir a sus analizantes e imagínense que él decía
no tan poeta”. Y él invitaba a los psicoanalistas a conducir el análisis de sus pacientes hacia la poesía. Él proponía precisamente que los analizantes usen palabras como los poetas. Entonces evidentemente este coloquio de orientación psicoanalítica no podía realizarse sin esta invitación a un poeta. Le agradezco mucho haber aceptado la invitación.
Y no se trata de cualquier poeta porque Daniel Tammet, a quien acabamos de escuchar, ha inventado una lengua completamente singular: la lengua numérica, que usted la describe en varias de sus obras. Y entonces en este coloquio, a propósito de lo numérico y del acompañamiento de niños diagnosticados tarde o temprano autista o asperger, su poesía tenía que tener lugar aquí.
Después de mucho nosotros lo leemos, como usted debe saberlo, con mucho cuidado, y leyéndolo usted dice cuán apegado está a la manera de hablar de cada uno. La voz es para usted, usted nos explicará porqué, signo de trazo de personalidad de aquel que habla. Usted dice por ejemplo que cuando usted leía a Murray usted podía tener acceso a quién él es. Yo no sé si leyéndolo a usted nosotros tendríamos algún acceso a quién es usted. Quizá escuchándolo. Estoy muy contenta de escuchar su voz y de darle la palabra.
Para empezar Daniel, ¿es que quisiera aclararnos un poco sobre esta lengua numérica? ¿Cómo la poesía en números ha comenzado para usted? ¿Y su función? Ya que usted había comentado que esta fue muy importante en relación a su lengua materna. Usted lo dice muy bien y escribe en su obra Retratos1 , la recopilación de poemas que viene de publicar a la vez en inglés y en francés. Luego entonces de recitar poemas en números, ¿podría explicarnos esta mutación, esta evolución en el estilo y sin dudas en su escritura?

Daniel Tammet: Para empezar muchas gracias a Myriam Chérel y a Eric Laurent por esta invitación. Agradezco igualmente a la universidad de Rennes así como a todos los aquí presentes. Gracias a todos ustedes y un pequeño agradecimiento también a la librería que está presente hoy para la dedicatoria que seguirá luego de este evento. Efectivamente yo tengo como lengua materna el inglés como vienen de escucharlo y al mismo tiempo tengo también una lengua numérica. Yo siempre he tenido la idea de pertenecer a dos mundos, a la vez un mundo terrestre, un mundo tal como lo conocemos todos y luego un mundo hecho de palabras y de números. Pero sobre todo de esas sensaciones que emanan a la vez de una y de la otra. Emociones de paz, de felicidad y alegría pero también por momentos emociones más oscuras, más difíciles, ambiguas y complicadas. De niño la lucha era siempre de intentar comprender por cuál medio, por cuál camino entre esos mundos podía ir hacia el otro, ir al encuentro del otro. ¿Es que acaso era por las palabras en inglés?, ya que nací en Londres. La única lengua que hablaban mis padres era el inglés, y al mismo tiempo era en esta lengua inglesa que yo sufría de soledad, de incomprensión, de extrañeza, de ser extranjero y diferente del otro, de tener incluso el sentimiento, cuando hablaba con un inglés, de tener un acento. En todo caso era la impresión que tenía. Había ingleses delante de mí y cuando yo hablaba era como si ellos no comprendían lo que yo decía, y como si yo no comprendiera los códigos sociales que están implícitos en la lengua. Y entonces ¿de dónde venía esta entrada? Por los números.

La lengua que yo veía, no eran números por si solos, eran imágenes, emociones y texturas que se desprendían de ellas. Y de estas sensaciones venía también esta pasión por la literatura, ya que es en los libros que encontramos a la vez las palabras y los números. Los diálogos en las novelas eran transparentes, yo no tenía la necesidad de buscar para entender al otro, ya que yo podía ver en las novelas los diálogos y cómo funcionaba una conversación. Luego intentaba aprender estos diálogos para utilizarlos en el colegio con mis compañeros de clase. Qué sorpresa fue la fue mía al descubrir que los niños en los años 80’ y 90’ no se expresaban como en estas novelas de los años 40, 50, 60, en esas las novelas de biblioteca, en esas novelas polvorientas. Entonces mi ambición fue de regresar a la biblioteca, de buscar en otro libros mejores escritos, seguramente debían haber mejores diálogos para ir siempre al frente, intentando encontrar las palabras para abrirme a los otros.
Fue finalmente en los libros de poesía que encontré la manera de amaestrar el lenguaje, porque en la poesía hay la palabra, la palabra desnuda. Ya que no hay un personaje, no hay una historia en sí, hay sobre todo la palabra que trabaja en conjunto para crear algo, como un fenómeno lingüístico. Cuando seguimos este fenómeno, cuando entramos al interior de él nos desnudamos frente al lenguaje, frente al misterio del lenguaje. Podemos decir también que es por ese medio que podemos ir al encuentro del otro. En principio al encuentro del lenguaje, para luego ir el encuentro del otro a través del lenguaje. Pero se hace necesario primero ir al encuentro del lenguaje en sí.
Al interior de cada poema por sus rimas, sus aliteraciones, por el cuidado infinito que porta el poeta en cada palabra, sobre cada rima, incluso sobre cada letra, cada sonido, cada imagen, es por este atento cuidado, por esta atención dada, precisa e imaginada que poco a poco me dije que había a pesar de todo un lugar para mí en este mundo. Mundo que es hecho de palabras y que es en sí mismo un mundo lingüístico.

Myriam Chérel: Sí, usted había dicho que esta lengua numérica le sirvió de traductor de la lengua materna, y que finalmente fue así que usted pudo hablar la lengua materna. Entonces “traductor”, ¿podría decirnos cómo finalmente ha podido traducir el inglés, pero más aún es una traducción del mundo que lo rodea, no?

Daniel Tammet: Si, porque yo creo cuando decirnos lengua materna es la lengua que habla la madre y también el padre, los hermanos, los compañeros del colegio, los amigos. Pero la lengua nuestra, la lengua a cada uno es otra cosa. Es algo que viene de encuentros, de lecturas, de nuestra sensibilidad. A cada uno su lengua propia.
Para mi hay en cada conversación, en cada intercambio una tentativa de traducción y eso puede ser de un francés aprendido en el colegio hacia un francés que es más personal e íntimo. Puede ser también del francés al inglés, del inglés al francés. Puede ser también como mi caso cuando era niño, de una lengua personal, privada, una lengua numérica, una lengua de imágenes, una lengua de colores, de emociones, hacia aquella que hablaban los otros niños que me rodeaban, mis padres, es decir el inglés. Sin embargo yo creo que la traducción es un fenómeno que sobrepasa inclusive el campo del lenguaje. Es algo que
hacemos sin cesar, sin pensarlo y es una capacidad esencial para comprender al otro, para intentar de entrar en sus pensamientos.
Para hacer referencia a la poesía, el primer poema que escribí hacía falta traducirlo ya que lo escribí en números. Fue un poema que escribí a la edad de 10 años. Yo jugaba a Scrabble
2 con un amigo iraní. Él junto a su familia había huido de su pais para instalarse y tener este anonimato en los suburbios londinenses. Y jugando a Scrabble casi siempre era yo quién ganaba, incluso si él tenía un inglés impecable, yo tenía tendencia a inventar mis propias palabras como muchos poetas en formación, y él confiaba en mí porque se suponía que yo era el inglés natal. Lo cual demuestra que él estaba totalmente equivocado pero él tenía ganas de compartir ese universo que era el mío, nosotros teníamos una cierta confianza que surgió a partir de esta rareza que compartíamos. Él hablaba con un pequeño acento, era diferente de los demás, tenía una piel más bien morena, otra cultura, otra religión y quizá hasta otra lengua en casa. Entonces tenía eso en común de alguna manera. Yo le di un poema que había escrito hace algún tiempo atrás, eran dos versos en números, pude haberlos dibujado ya que me parecía que era más justo dibujar lo que tenía en mi mente, con colores, con dibujos e imágenes, pero no me atrevía. Yo no me sentía artista entonces, yo simplemente escribía los números. Le di este texto, él lo leyó o mejor dicho él intentó leerlo y me dijo: Esto parece muy interesante pero no lo entiendo”. Entonces intenté explicarle que los números para mí tienen formas y que al final de cada verso había un número que no era al azar ya que los dos números rimaban en mi mente. Había una especie de rima visual.
Hace algunos años haciendo una investigación para un libro de lenguas que se llama “Cada palabra es un ave quién le enseñamos a cantar”3 había un capítulo sobre la lengua de signos y pude hablar con una persona que tiene esta lengua como lengua materna, la lengua de signos. Esta persona me explicó que en la lengua de signos, como en mi lengua numérica, hay desde luego rimas visuales, signos que riman y dije: “entiendo perfectamente esto” ya que es como mi caso. Es decir terminar un verso con el número 11 y terminar otro verso con el número 49 crea una rima, ya que el 11 es redondo y el 49 también lo es pero posee otro tipo de redondez, y haciendo esto tenemos una rima numérica y visual. Entonces yo le expliqué todo esto a mi amigo en aquella época, hace treinta años, y él dijo: “Eso puedo entenderlo, es muy interesante”. Él me ha alentado y me dijo que debía continuar así, que debía continuar a escribir.
Hace quince años ya que nació mi vocación de escribir, en donde “Retratos” es mi séptima obra y luego hay otra que saldrá publicada en febrero, y les puedo asegurar que estos poemas están escritos en inglés y francés y no en números, a excepción de los números al final de cada página.

Éric Laurent: Quisiera preguntarle precisamente sobre lo que nos trae al final de su experiencia, sobre su reflexión sobre esta experiencia, sobre el vínculo entre lengua privada y lengua común. En definitiva esta la tesis de Wittgenstein que usted discute en sus obras según la cual no hay posibilidad de lengua privada sino que la lengua es totalmente común. Sin embargo justamente hay una tensión entre una lengua privada y una lengua común, y esta es acentuada más aún cuando incluimos en el tema la cuestión del número, la cuestión de las matemáticas. La matemáticas pueden ser aparentemente lo que hay de más universal, pero justamente encontramos un uso privado, encarnado por este poema privado. Y por cierto su reflexión sobre la tesis de Wittgenstein ha variado entre “Nacido un día azul”4 y “La eternidad en una hora”5, y entonces yo quisiera preguntarle ¿cómo usted ha resuelto el empalme con la objeción Wittgenstiana?

Daniel Tammet: Me parece que en el trabajo de Wittgenstein hay una reflexión muy interesante sobre lo que es la lengua, lo que es la lengua común y la lengua privada. Esta reflexión me resuena de manera muy particular. La idea de Wittgensteins es de decir, y ahí yo estoy totalmente de acuerdo, que una lengua no es simplemente palabras, una larga lista de palabras. Es así, por ejemplo, que he tenido la mala suerte de aprender el francés y el alemán en el colegio. Para aprender una lengua extranjera nos daban una lista así para cada semana, y ¿cómo decir entonces que eso es el francés o que este es el medio para aprender a conversar e intercambiar con el otro? De la misma manera imagínense que podemos resumir una lengua el algo solamente constituido de palabras y vocablos, yo creo que es engañoso pensar así el lenguaje.
Precisamente como Wittgenstein, es más bien la manera en la que usamos las palabras, en cada lengua hay maneras diferentes de utilizar las palabras. Si hablamos de la lluvia por ejemplo, en inglés hablamos de una lluvia fuerte como si lloviera gatos y perros, es una expresión muy común. Y estoy seguro que los ingleses o los anglófonos miran los gatos o perros y la lluvia, hay inconscientemente este vínculo que aparece pero que no va a ser igual en un alemán, un francés, un italiano, un español o cualquier otro. Hay seguramente otros vínculos que se hacen, y entonces cuando queremos aprender una nueva lengua están estas imágenes y estas conexiones que debemos utilizar, comprender y aprender. Para esto no hay otro medio que entrar al interior mismo del lenguaje, para ver estas conexiones, estas imágenes y estos vínculos que son el tejido mismo del lenguaje.
Su reflexión es muy interesante sobre el carácter universal de los números. En efecto, no hay nada más universal que el número PI, los números y las matemáticas. Ahí, mi particularidad es de tomar esta lengua universal, que son las matemáticas, y hacer de esta una lengua privada, personal e incluso una lengua poética. ¿Es que acaso así doy una respuesta al misterio y el cuestionamiento de Wittgensteins sobre la posibilidad o no de la lengua privada6? Yo no estoy seguro, sería interesante si por casualidad la posibilidad está ahí, en un mundo ideal, de ver una comunidad de aquellos que hablan esa lengua numérica que es la mía y ver como con el tiempo las personas crean sus propias expresiones.

Éric Laurent: Habría malentendido, incluso un malentendido poético.

Daniel Tammet: Lapsus, lapsus numérico.

Eric Laurent: Efectivamente “cats and dogs”, para la lluvia, se deslizaría entre el alemán y el inglés utilizando la lengua poética cifrada, de todos modos encontraríamos deslizamientos. La solución de Lacan para resolver el asunto seria decir: “una lengua es el depósito de todos los equívocos que ella haya conocido a lo largo de su historia “. La lengua no es para nada la adecuación de la palabra y la cosa. Es precisamente porque no hay ninguna posibilidad de una adecuación palabra-cosa que eso se desliza, hay una metáfora, entonces no hay más posibilidad que los equívocos. Si hacemos el total de equívocos posibles eso es lo que llamamos más o menos una lengua. Ese lo que permite deslizar el efecto poético privado y lo que hay de común, es una manera de venir a esto. Efectivamente usted interroga eso de alguna manera, por ejemplo el peso que le da a la palabra “textura”, los números poseen a la vez un color, una forma y una textura, es decir que en “textura” hay “texto”, es decir que el fondo las palabras son un texto. En la textura misma hay esta materialidad textual que se encuentra ahí. Me parece bien situarse en ese borde.
A propósito de lo que usted decía sobre la lista de palabras y la lengua, quisiera interrogarlo sobre un punto que es el acento que pone cada vez sobre la palabra cada7. Cada palabras es un ave a quien le enseñamos a cantar, cada lengua, cada número posee una forma y un color. Usted se refiere en cada vez a “cada” y con una cierta distancia en relación a la experiencia del todo. Inclusive usted habla de un encuentro traumático con la experiencia del todo y que en el fondo, acaso y en principio eso corresponde a algo que usted percibe que tiene una densidad particular en usted, la manera en la que utiliza cada vez la particularidad del “cada”, considerar toda cosa como “cada” y al mismo tiempo se mantener a distancia del todo.

Daniel Tammet: Yo creo que estas ganas, esta tendencia, este deseo, esta necesidad de ir al encuentro del otro, efectivamente se encuentra también confrontada a la idea de mantenerme a distancia. Lo que es paradoxal pero es necesario, hablo a partir de mi vivencia y de mi vocación de poeta y escritor, ya que sin distancia, sin alejamiento es imposible comprender, tomar y ver lo que el otro no ve por estar demasiado cerca. Por ejemplo, no vemos nuestra propia nariz ya que está muy cerca. Y de la misma manera no se ve a menudo las palabras que utilizamos y el sentido, porque es algo que utilizamos y que decimos tan rápido algunas veces, sobre todo cuando es nuestra lengua materna, pero el trabajo de un escritor y más aún de un poeta es de no pasar como siempre por el mismo sendero lingüístico maltratado sino al contrario , se trata de intentar trazar otros senderos o de esquivar los clichés para encontrar a través de la palabras más simples posibles nuevas maneras de percibir, ver y sentir.
Hablamos de objeto numérico, yo siempre trabajo con una computadora y no con una pluma, literalmente yo utilizo un “clavier” (teclado). Y lo que es bello en la palabra “clavier” es que si quitamos la “c” del inicio y la “r” del final, tenemos “la-vie” (la vida). Entonces en la misma palabra “teclado”, en el corazón mismo de esta palabra esta toda la vida. Y yo tengo muchas ganas de tomar este teclado y por los toques sobre este crear música, crear algo que me sea propio y al mismo tiempo que interpele al otro, que dé una nueva mirada sobre la vida, sobre lo que es la vida ya que se habla mucho de ella y no entendemos absolutamente nada salvo viviéndola realmente en carne y hueso e imaginándola, soñándola y leyéndola y releyéndola. Es eso a lo que me dedico y eso lo más complicado a hacer, es decir vivir a la misma vez el instante presente y al mismo tiempo ir al encuentro del otro estando consciente de esta necesidad de distancia y retiro que me exige esta posición de escritor y poeta.
Quisiera decir otra cosa también, usted ha evocado la materialidad de las palabras. Yo podría evocar la “mot-erialité”8, es algo que tiene que ver con la fuerza de las palabras, el peso de las palabras y eso yo lo siento muy claramente. En mi poesía es como una plastilina que hay que manipular para crear formar y cosas que sean nuevas e inéditas, que sean palpables y tangibles para el lector, eso es también lo que intento hacer en este libro “Retratos”.
Y para unirme a lo que vienen de decir, es que siempre hay un límite a lo que podemos comprender, hay un límite en el lenguaje. Lo que “Retratos” intenta hacer, y es por eso que es un texto muy personal e íntimo, es que es la palabra desnuda. Yo me muestra de cierta manera desnudo en mis palabras, en inglés, una lengua con la que tengo una relación muy complicada, y también en francés, una lengua que elegí. Fue una elección, es como cuando uno se enamora. Entonces están estos textos poéticos escritos al mismo tiempo en inglés y francés para decir que no hay versión definitiva incluso de nuestro propio texto. Estos son mis textos, yo soy el autor, pero lo que intento decir es que la lengua es el verdadero autor de este texto. El francés escribe por momentos mejor que el inglés o diferentemente, y en otro momento el inglés puede venir sobre el francés en algunos versos o frases. Yo les doy ambos y así ustedes verán, comparando el inglés y el francés, como adaptar esta idea, como traducir esta imagen, esta emoción o sentimiento, esta vivencia. Toda la idea es para decirles que no hay texto definitivo, incluso el autor no puede dar un texto definitivo de su propia mano. Pero lo que si tiene es la capacidad de hablar muchas lenguas, lo que puede es darles dos lenguas, puede mostrarles a través de esta necesidad de traducción el hecho de que incluso en su propio texto hay cosas que él mismo no logra entender y que no domina. Hay que ir siempre de una lengua a otra, de un mundo al otro para intenta encontrar una distancia, una manera diferente de ver lo que podría parecer normal o cotidiano para otro. Es ahí que la mirada del poeta que dice ¡no!, que nada es banal, nada es cotidiano a condición de saber ver bien.

Myriam Chérel: Muchas gracias Daniel, yo quisiera justamente revenir a su último libro. Hace un momento usted decía que hay un rasgo común entre usted y Murray que usted ha denominado “extrañeza9. Entonces lanzo la metáfora al decirle que de esta “extrañeza” usted ha hecho una obra y diría que a lo largo de los años su estilo se ha ido renovando, es novedoso. Cuando usted dice que usted se ha puesto al desnudo, es formidable de escucharlo decir eso ya que no hay que un solo autorretrato, todos los demás son retratos. Usted hace referencia de personajes extraordinarios, conocidos y desconocidos. Y de hecho leyéndolo estuve muy sensible a su lengua poética en francés, confieso que percibo menos la sutileza de la poesía en inglés, y me pareció que cada uno de los textos, cada uno de los retratos usted los ha concebido extrayendo también un trazo que usted tendría en común con estos personajes. Ya que según mí parecer y siguiendo su adagio que dice que: “leyendo a un poeta podemos saber un poco quién es”, entonces me dije: “leyendo este libro voy a saber quién es Daniel en tanto que poeta, y efectivamente he tenido la impresión que en cada retrato, de cada personaje que lo ha atraído usted ha retenido un rasgo. Este rasgo es también un poco suyo entonces ¿podría explicarnos un poco mejor esto, ya que es algo que sin duda nos toca en su obra?

Daniel Tammet: En la idea de “retratos” hay ciertamente la idea de un otro retrato. Cada vez no tengo idea de donde vienen las imágenes que me habitan y las palabras que elijo. En cada ocasión tengo la impresión que es algo que viene del exterior y al mismo tiempo del interior. Está también la idea de escribirlos y adaptarlos posteriormente. Para algunos son textos que yo escribo primero en inglés y luego adaptado al francés, pero algunas veces pueden ser textos que escribo primero en francés y luego traducidos al inglés. Se trata algunas veces de personajes conocidos como Jeanne Calment10, la decana de la humanidad, su edad es más que venerable, es simplemente increíble. Lo que me interesa de alguien así es que me fascina la idea de encarnar el tiempo, es invisible, no lo sentimos y al mismo tiempo es universal, es nuestro elemento. Alguien como Jeanne Calment vemos y podemos imaginar de alguna manera lo que es todo el misterio de encarnar un lapso de tiempo tan grande. Ella ha estado antes de que existiera la Torre Eiffel, ella conocía a una bisabuela que había vivido la revolución francesa. Entonces hasta hace 20 años teníamos a alguien tenía recuerdos personales de lo que fue la revolución francesa
dos siglos antes. ¿Qué es tener en un solo cuerpo dos siglos de recuerdos? Me parece simplemente increíble, increíblemente poético y fascinante. Entonces yo quería interrogar el tiempo, los recuerdos y el cuerpo a través del poema que escribí. Hay otros personajes que son abuelas que conozco personalmente u otros, todo esto para decir que son personajes que existen solo a través de estos poemas. Estos poemas me ha dado la oportunidad que hablar de todos estos personajes. Hay un poema sobre un astronauta como Neil Armstrong y al mismo tiempo sobre personas que son olvidadas en la historia. Es cierto también que las primeras personas a quienes encontré y a quienes frecuentaba, antes de aquellos de la vida cotidiana, eran personajes de libros. La poesía no tiene personajes propiamente hablando pero para mí cada poema es como un personaje, la lengua adviene personaje por las palabras de los poetas. Y entonces antes incluso de ir al encuentro de otras personas, tenía toda una amistad con poemas, textos, palabras. Yo revengo a eso en este texto. Seguramente hay palabras muy antigua que utilizo desde que era muy pequeño y que se encuentran en estos poemas porque es únicamente con estas palabras que encuentro una manera de dar vida a un personaje.
Una última palabras, me gustaría decir que encuentro increíble en la literatura y en la lengua es ese poder casi divino que poseen las palabras y el lenguaje de crear universos, de resucitar los muertos, en el tiempo de una lectura. Encuentro increíble ese súper poder, esa oportunidad.

Myriam Chérel: Una última pregunta, ¿Eric Laurent tiene una última pregunta?

Éric Laurent: Precisamente sobre la experiencia del infinito. La encarnación de la que usted habla recitando PI, el momento en que usted tiene la impresión de encarnar el infinito, y también la sinestesia que tiene lugar ahí. Cuál es la manera es la que usted ha avanzado sobre la sinestesia para todos? En el fondo todos somos sinestésicos pero lo hemos olvidado, sin embargo algunos no lo olvidan.
La tesis de Ramachandran dice que el lenguaje ha venido de ahí, de una sinestesia para todos pero usted ha hecho una versión mucho más particular. Una sinestesia del infinito que viene a hacer como un punto culminante.

Daniel Tammet: ¿Por qué el numero PI? No sé porque lo he elegido. Algunas veces la gente me pregunta si hubiera podido ser otro número. En la matemática hay una cantidad de números infinitos, ¿por qué precisamente este nombre? Yo no tengo otra respuesta más que decir que : Porque era yo, porque era PI. Creo que este número en particular, que tuve la oportunidad de conocer de adolescente en el colegio, era frustrante ya que nos daban solo las primeras cifras. Para mí era increíble ya que era como descubrir Shakespeare teniendo a penas las primeras palabras de Hamlet. Entonces me dije que tenía que ir a buscar un libro donde estuvieran las demás cifras del número PI, evidentemente ese libro no existe, quizá en mi imaginación. A pesar de todo en esa época había un libro donde estaban los primeros decimales, tiempo después tuve la suerte de descubrir internet y solía visitar un sitio web de Tokio que tenía como única tarea calcular sin cesar las cifras del número PI. Entonces yo imprimí en cientos de páginas las cifras du número PI. Pasé todo un invierno, invierno mágico entre 2003 y 2004, a aprender de memoria con mucha emoción, amor y sensibilidad, los mismos que pongo en mis poemas hoy, estos primero 22, 514 decimales del número PI. Tenía la idea que con esos números encontraría al fin las palabras para decir mi recorrido, mi vivencia, mis ganas de ir al encuentro del otro, ya que es una lengua numérica materna en mí. Encontré enseguida en esas cifras los colores, las emociones, las formas que me acompañaban desde hace mucho. Recitarlas era como estar en un teatro a la escucha de alguien que recita una pieza de Shakespeare o de Moliere, solo que en esta ocasión se trataba de una pieza escrita en la lengua universal de números pero con mi propio acento. El acento de mi propia lengua numérica. Las personas que estuvieron el día en que lo recité, eran personas diversas igual que ustedes, personas curiosas, comunes, matemáticos que vinieron a verificar lo que iba a recitar, verificar cada cifra. Sin embargo lo más interesante de aquel encuentro fue que hizo de mí un escritor, por la primera vez tuve ganas no solamente de contar sino narrar. Durante 5 horas y 9 minutos tuve la alegría de encarnar por mi cuerpo, por mi voz lo que era la eternidad, y de encontrar en esas cifras las palabras para decir todo eso, los momentos de felicidad, frustración, soledad. Recuerdo que el único sentimiento que tuve durante esas 5 horas y 9 minutos, aunque parezca paradoxal, fue el sentimiento de soledad absoluta. Nunca antes había recitado el número PI de una solo vez, yo no sabía lo que eso me iba a provocar. A los 10 minutos yo había recitado apenas unos mil decimales, no sabía que tenía aún tanto por hacer. Me dije me siento solo pero no puedo detenerme ya que si me detengo ya no podría continuar. Los demás no podían ayudarme, nadie podía ayudarme, yo estaba solo ahí y tenía que continuar. Y lo que sucedió fue algo extraordinario e inesperado, había como una complicidad entre el público y yo, ellos comprendía de alguna manera lo que yo les decía a través de la entonación, la rima, la emoción que traicionaba mi voz. Ellos escuchaban con mucha emoción. Al final de esta 5 horas yo tuve la certeza que la soledad es algo esencial en mí y al mismo tiempo algo que me permite alejarme para justamente ir al encuentro del otro. Resulta paradoxal que sea finalmente gracias a la soledad que sea posible un encuentro, y que haya sido con la poesía cuando era niño que haya podido encontrar las palabras en los números para ir hacia el otro y contar mi vida y mis vivencia, toda mi verdad y continuar así desde hace 15 años de obra en obra, por ensayos, novelas y hoy poemas.

Myriam Chérel: Le propongo, Daniel, de concluir leyendo en único autorretrato en este libro, el poema El universo y yo


1 Daniel Tammet y Jérôme Tabet, Portraits, Blancs volants, Paris, 20182 Juego de sociedad de letras3 Chaque mot est un oaiseaux a qui on l’apprend a chanter4 Je suis né un jour bleu, primer libro de Tammet.6 Privatsprache7 Chaque8 En francés palabra se escribe “mot”. Mot-erialité hace resonar la materialidad de la palabra.9 Étrangeté10 Mujer francesa considerada la más longeva del mundo hasta nuestros días, habiendo vivido 122 años 5 meses y 14 días.









No hay comentarios.:

Publicar un comentario