INTEGRANTES
OBSERVATORIO DE AUTISMO FAPOL / NEL:
Lizbeth Ahumada(Bogotá); Luisa Aragón(Guatemala);
Paula del Cioppo(México);
Elida
Ganoza(Lima); Luz Elena Gaviria(Medellín); Rosa Lagos(Santiago);
Angélica
León(Maracaibo); María Elena Lora(La Paz)
AUTISMO,
UN REAL PARA UNA MADRE
Cuando se
tiene un muro al frente:
-Hay quienes lo evaden,
-hay quienes
lo derrumban,
-hay quienes
lo saltan,
-y hay
quienes construimos una puerta
Rodrigo, joven autista de 15 años
En el texto de Lacan, Nota sobre el Niño, Jacques-Alain Miller[1] encuentra
observaciones muy interesantes que
conciernen al síntoma somático del niño y los recursos que le ofrece; y esto,
nos dice, hace pensar en lo que se ve hoy del lado de ciertas familias de
autistas que descubren un recurso inagotable para testimoniar de la culpabilidad, servir de fetiche o encarnar un rechazo primordial. Ampliamos esta breve descripción al encontrarnos
con otras modalidades subjetivas que surgen a partir de la confrontación con el
trauma. Es decir, partimos de entender que el encuentro con lo real del autismo,
da cuenta de la posición ética con que se afronta.
Hoy en día el nombre de autismo ha devenido sentido
común. Y, aunque haya un ruido más alto alrededor del tema, se trata siempre de
un asunto para cada quien, para cada madre: puesto que lo que se toma prestado
de un conjunto siempre es particular. Por
eso, no hablamos de la madre del autista como si se tratara de una madre
“tipo”, hablamos del sujeto madre a partir de lo que observamos en su respuesta
frente al encuentro con un real fuera de sentido; a sabiendas de que tal
respuesta puede incidir en las posibilidades en juego para el hijo.
Usos
subjetivos del diagnóstico
La madre de Facundo, ha podido acompañar a su hijo en
su proceso de inserción en el mundo, a partir del diagnóstico de Trastorno
general del desarrollo con el que describe el padecimiento subjetivo del
pequeño. Esta vaguedad diagnóstica, parece ser necesaria y servir de punto de
lanza para la acción comprometida de esta madre. El psicoanalista no cambia las
cartas, no juega a entregar una verdad, entiende que en la trama subjetiva de
esta mujer; esa imprecisión le permite comprometerse decididamente con la
compleja ruta que el niño ha emprendido. El analista toma en cuenta este límite
y advierte de ello al equipo docente y terapéutico de la escuela, evitando el
riesgo de expulsión del niño bajo el argumento de que la madre no acepta el “verdadero”
diagnóstico de su hijo autista.
Por el contrario, la madre de Rafael requirió un
nombre para lo que a él le ocurría. Tenía que localizar el sufrimiento de su
hijo en términos diagnósticos para entender específicamente su funcionamiento
subjetivo y su especial forma de comunicarse. Necesitaba partir del saber
obtenido para intervenir tomando las
decisiones más convenientes para su hijo. No así Rafael, quien entiende su perturbación
como un problema de concentración. La madre no intenta convencerlo de otra
cosa, y la analista tampoco.
La madre de Rodrigo, consulta a la psicoanalista por
el “poquito” de síndrome de asperger, del que padece su hijo. La psicoanalista advierte
que el decir de esta madre responde a la
economía libidinal en juego entre ella y su hijo; representada por el punto de
identificación que nombra en términos de una “pizca” de real: un poquito que nombra
lo que la madre reconoce como su propio “ensimismamiento”. Al mismo tiempo, Rodrigo
se presenta como un “mini” asperger; y este mínimo constituye un apoyo sobre el
cual construir un borde, y desde allí hacerse a un grupo de niños-dobles,
también ellos, un “poquito” diferentes.
A pesar del diagnóstico de su hijo, la madre de Jota está convencida de
que tiene el imperativo de transmitirle todo lo que tiene que ver con el deber:
estudiar, comer a las horas indicadas, sentir tristeza
por la muerte de un cercano, etc. Y consciente de que eso no es suficiente,
deja que la Institución a la que asiste le sirva de partenaire para construirse
un objeto fuera de su cuerpo, ya no en la vía del deber, sino en la vía de un
cierto gustico que le hace estar en este mundo disfrutando de un buen
bocado de dulce de leche, de las caricias de la directora de la Institución, o
de un secreto dicho al Coordinador en voz baja para que se haga evidente la
complicidad que le permite vivir no ya como objeto del deber.
Culpa
y Negación
La culpa es un hecho de estructura, su manifestación
es en muchas ocasiones decisiva. Se constituye por ejemplo, como el soporte de
una implicación responsable respecto a lo que a un hijo le sucede. De otra
parte, el analista está advertido de que introducir un equívoco, una
sustitución de términos, puede limitar la devastación que advendría frente a un
exceso de culpabilidad de una madre frente al autismo de su hijo.
Como lo testimonia P,
madre de Piero: “Yo creo que él podría estar en mejores condiciones
porque tiene habilidades, pero yo tengo la culpa, porque siempre estuve en
negación, no quería asumir que mi hijo tenía una condición especial” Sin embargo, es a partir de localizar esa
misma culpa, que se siente concernida ahora, por las vías que se pueden abrir
para su hijo.
Igualmente B, madre de Marcelo y Ricardo, nos confía que las expectativas
que tenía, sobre todo con el mayor de ellos, la llevaban a negar su condición. La decisión de dejar de trabajar, que costó
mucho tomar, marcó para ella el tiempo
de comprender sobre la necesidad de estar presente y afrontar la situación. Se
propuso dedicarse a ellos a partir del saldo de saber sobre el funcionamiento
que poseen sus hijos y la seguridad de que es partiendo de lo que tienen, y no
de lo que carecen, como se les puede ayudar a avanzar.
Enseñanzas
Los testimonios de
los padres son ricos en enseñanzas ya que cada uno dice
sobre los arreglos que sus hijos han logrado construir para salir de la
condición de caparazón.
Frente a la angustia, desesperanza e impotencia, K,
madre de Kenneth, crea una Institución dedicada al tratamiento terapéutico y
educativo de niños y jóvenes con autismo. Construye las paredes que acogieron a
su hijo y que constituye un lugar de intercambio con otros discursos, incluido
el psicoanalítico.
El psicoanalista de orientación lacaniana añade su experiencia al saber de
los padres, principio del marco de acción en el campo de la clínica del
autismo. Este saber comprende los numerosos arreglos que las madres hacen para
ajustar el mundo a medida de sus hijos. Algunas logran introducir un velo a la
angustia y hacer del encuentro con el trauma un objeto bello.
[1] Miller, Jacques-Alain. “El Revés de la familia” En:
Revista Consecuencias. Revista Digital de Psicoanálisis, Arte y Pensamiento.
edición No. 8 abril de 2012
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